domingo, 24 de junio de 2012

Deporte y otras cosas


Hace más de dos mil años, cuando Grecia era el ombligo del mundo y no el culo de Europa, se celebraban en Olimpia, cada cuatro años, una serie de competiciones deportivas entre atletas de las distintas polis griegas. Este evento, que se celebró por más de 300 años era tan importante que hasta las guerras se paralizaban para que los atletas pudiesen viajar sin problema y nada interfiriese en la competición.

Ese espíritu es el quiso recuperar el Barón de Coubertin cuando se realizaron los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. Ése es el espíritu del deporte. Si bien los primeros juegos tenían ciertos tintes religiosos, todo se olvidaba por y para la competición. Se trataba de competir según unas reglas, en igualdad de condiciones para ver quién era mejor en cada disciplina. Sencillo y hermoso.

Y por eso difícil. Difícil de mantenerlo al margen de todo. Difícil separarlo. Estos días veo que vuelve a utilizarse el deporte (específicamente el fútbol) como arma arrojadiza y, oye, de verdad que no lo entiendo.

Primer caso. Ascenso del Celta. Miles de personas salen a la calle para celebrarlo. Al día siguiente llueven críticas sobre que si la gente sólo sale a la calle a celebrar resultados deportivos y no para defender sus derechos y gente de lo más aguda apunta que al día siguiente el paro seguirá igual y la gente tendrá que seguir pagando su hipoteca. ¿Y?. Un par de respuestas se me ocurren.

 La primera, que Vigo siempre sale en las noticias como una de las ciudades de España en dónde más se secundan huelgas y manifestaciones de todo tipo, así que por eso tranquilos mis pequeños revolucionarios, que una cosa no quita la otra. La segunda, que si a Fulano Perez, parado y con una hipoteca hasta el cuello, ese día, en el que se ha llevado la única alegría en meses, decide tomarse un vino de más y salir a ver el ambiente a la Plaza de América, no creo que nadie con un ordenador y tiempo libre tenga derecho a decirle ni mú. Y tercera y más importante: ¿Qué coño tiene que ver una cosa con la otra? ¡Qué es fútbol señores!

Segundo caso. Piqué publica en una red social que si estás en Polonia y quieres entradas para ver el partido de España que hagas no se qué. Un minero responde que no. Que él está en Asturias luchando por sus derechos y los de sus hijos. La gente aplaude. Zasca, en toda la boca.

Yo me pregunto, ¿Si un ex banquero que acabase de cobrar una prejubilación desorbitada hubiese escrito: No me interesa, estoy en el Caribe bebiendo mojitos a costa de dinero que robé a miles de familias, la gente hubiese aplaudido? Porque se trata de exactamente lo mismo, una respuesta que no viene a cuento. ¿O es que es verdad que la gente no entiende lo que lee? Es como lo de “¿de dónde vienes? Manzanas traigo”. O mi gran preferida: “Ralph, ¿Jugamos a los palíndromos? El aliento de mi gato huele a comida para gatos”.

Tercer caso. Lo siento pero también es fútbol. España le gana a Francia en la Euro. Los franceses se metieron con los españoles con los guiñoles sobre el dopaje y ahora se le responde con la misma moneda. Hasta ahí todo bien. Pero ni “hay que ganarles porque nos tiran las fruta de los camiones” (me juego un pié a que no fue Benzemá y los suyos, bueno Ribery pudiera ser) ni “les ganamos, pero ellos tienen un sueldo mínimo de 1300 euros”. Fútbol, señores, fútbol.

Y ya enlazo, y voy terminando, con lo de “yo soy español” “tu lo que eres es tonto”. Quien no entienda que es solamente un cántico de ánimo de cualquier evento deportivo debe ser muy corto de miras. Está claro que sentirse orgulloso de ser español es una tontería. Una tontería tan grande como sentirse avergonzado. Uno debería sentirse orgulloso de las cosas que hace o consigue no de aquellas con las cual nace. ¿O alguien se le ocurre sentirse orgulloso de ser alto o bajo?

No soy tan inocente como para pensar que el deporte está limpio y puro de todo, pero no lo contaminemos nosotros más. Y recuerdo a todo el mundo que  siempre han sido las dictaduras, de todos los colores, las que más se han querido aprovechar en su beneficio del deporte.

Así que resumiendo, déjenme en paz. Yo sólo he venido a disfrutar del partido, la carrera o el combate.

Y déjenme animar, a quien me salga de las pelotas.


viernes, 22 de junio de 2012

Día ocupado


Suena el despertador a las seis menos cinco. Ducha rápida y a cubierta. A las seis y media salimos hacia Spetses. Después hacer guardia en el puente durante una hora y media mientras el capitán manda por email todos los papeles necesarios para nuestra llegada, me dice que puedo ir a descansar media horita.

Resulta que en Spetses hay una regata y no podemos entrar en el puerto. Así que fondeamos. A la media hora la suegra del armador nos dice que está todo arreglado y que sí que podemos entrar porque ha hablado con un tal Vassilis y lo ha solucionado todo. El tal Vassilis es el dueño de una tienda de zapatos del pueblo, lo que me trae recuerdos de otros puertos pequeños pero en Italia, dónde nada más amarrar el Capitán del puerto te presenta a un panadero o a un carnicero cuyos nombres siempre empiezan por Don.

A los veinte minutos de amarrar el barco la policía, el alcalde y el gerente del hotel al que le tapamos las vistas para ver la regata vienen a echarnos con bastantes malos modos. Parece que Vassilis es un mafioso de pacotilla. Zapatero a tus zapatos.

Otra vez a fondear. Esta vez un poco más lejos, en una pequeña bahía de lo más acogedora. Tenemos unos cuantos invitados a bordo y unos quieren ir a la playa mientras que otros prefieren usar las motos de agua. Ponemos todos los juguetes en el agua. Hago unos cuatro o cinco viajes de ida y vuelta a la playa. Cuando los invitados se van a comer yo hago lo mismo. Son las dos de la tarde y el tiempo parece que ha volado. Hora de una pequeña siesta.

Me despierto una hora más tarde. Hay que recoger todas las lanchas y demás cosas. Volvemos a puerto. Amarramos y mientras los marineros baldean todas las embarcaciones usadas durante el día yo hago guardia en la pasarela. Me lloran los ojos de tanto sol y salitre acumulada durante el día.

Cuando me vienen a relevar, el compañero llama mi atención sobre unas chicas de buen ver. “Mirkel” dice, que se podría traducir por corderas o cualquier otro comentario no muy educado sobre el sexo opuesto. Las examinamos con ojo profesional no por placer, sino por mantener las buenas y antiguas costumbres marineras. Acto seguido vemos a un hombre descomunalmente grande paseando muy tranquilo con unos fardagüevos que evidentemente no son de su talla. En condiciones normales me arrancaría los ojos con una cucharilla, pero hoy tengo el día inspirado.

Querido señor gordo,
Sus fardagüevos son muy cortos.
Por delante le veo asomar los dos cojones,
Por detrás se le marca todo el orto.

Justo cuando voy a retirarme para la zona de tripulación después de este mal trago veo que un barco va a amarrar al lado nuestro. El marinero va a echarles un ojo a las defensas mientras yo me quedo otra vez en la pasarela. La tripulación es rusa y visten a la manera tradicional. Resulta gracioso ver a los ruskis (que no son precisamente pequeños y tienen cara de mojar las magdalenas en vodka para desayunar) vestidos como el Pato Donald. Menos mal que llevan pantalones, no como el pato, porque hoy ya he visto más que suficiente de anotomía masculina foránea.

En esto que viene el armador y me dice que quiere un tripulante para ir a dar un paseo. Ahí vamos. Éste sí que sabe vestir. Con sus tenis Reebok, sus calcetines negros subidos hasta la rodilla, pantalones cortos y su polo sudado de Boca Juniors tamaño La Bombonera.  Por el camino paramos a comprar cinco Coca colas light, para la tripulación. Ayer fueron dos botes de champú. Antes de ayer helados. Apoyando la economía local.

Volvemos. Hora de cambiar de uniforme. Pero ahora me puedo relajar un poco. Llevo la radio encima, pero no me llamará nadie a no ser que pase algo fuera de lo normal. Ponemos el canal para ver el partido y descubro que uno de los comentaristas de Al Jazera Sports es Michel Salgado. Piruetas de la vida.

Ni de coña veré el partido entero. Son las once y me caigo de sueño. Voy a escribir algo para el blog, antes de que se me olviden las cosas.

Mañana…

Zzz…

martes, 19 de junio de 2012

Marineros en tierra


Los barcos y sus tripulantes están hechos para navegar. Y cuando no navegan y se pasan demasiado tiempo en puertos apestosos, como es nuestro caso, vienen los problemas.

A nadie le gusta este sitio. Es feo, caro, huele mal y no hay nada que hacer. Una vez visitada la Acrópolis y su museo la oferta de ocio se reduce bastante. Más o menos a cero.

Todo eso, junto con las frecuentes indecisiones de los dueños que hacen que, cómo el fin de semana pasado, estemos esperando por ellos doce horas para que al final no vengan, hacen que los ánimos del personal anden crispados y surjan roces.

Discusiones entre compañeros, gente que dice que se quiere ir, gente que de verdad se va… seguimos con el baile de azafatas. La jefa de interiores duró un mes y tres días. En la media. No era mala chica. Demasiado ruidosa y demasiadas confianzas desde el principio, pero no lo estaba haciendo mal. Hoy llegan dos chicas nuevas. Hagan sus apuestas.

En el futuro próximo, hay un viaje a Montenegro y Croacia que todos esperamos con impaciencia, pero nunca se sabe. Ojalá suceda. Todos empezamos a necesitar un cambio de aires.

Mientras, y por suerte, la Eurocopa continúa.
 
Y algunos somos diez euros más pobres.

viernes, 8 de junio de 2012

Eurocopa


Hoy empieza la Eurocopa. Por supuesto me gustaría que ganase España, pero digamos que no me va mucho en ello. Esperemos que por lo menos se vea un torneo interesante.

Para darle más emoción, el jefe de cocina organizó un sorteo-apuesta sobre la competición. 16 equipos y 16 tripulantes. Cada tripulante cogió un equipo al azar mediante sorteo y previo pago de 10 euros. 160 euros de bote. 120 para el ganador y 40 para el finalista. Todo muy sencillo en apariencia, pero hoy durante el desayuno la zona de tripulación parecía Ginebra el día del sorteo de la Champions. La tensión se cortaba con cuchillo.

El capitán fue el primero en escoger, pero no por ello el más afortunado. Irlanda. El peor equipo según las casas de apuestas. Uno a uno fuimos escogiendo, saliendo el departamento de cocina, con Alemania, Holanda y Francia, el mejor parado. Esto dio lugar a las quejas del respetable sobre el amaño del sorteo.

España le tocó al segundo oficial, lo que no está mal del todo. Al menos tendré a alguien de mi lado a la hora de ver los partidos. Ironías de la vida, el último partido oficial que vi de la selección fue precisamente en su casa, cuando jugaron el año pasado frente a Escocia.

Por mi parte este año tendré que animar también a Rusia, por los motivos económicos evidentes.

Podría ser peor.

Spasiba Chef.

lunes, 4 de junio de 2012

Y no fallaron


De verdad que no. Aunque a última hora me entró algún que otro mal presentimiento de ver a la gente celebrando las cosas antes de tiempo, al final no fallaron. Y cómo me alegro.

A quienes trataron y tratan (véase la crónica del partido en Marca.com) de empañar una temporada por el dudoso resultado de un partido sólo decirles una cosa: Un ascenso, un título de liga, una copa, un campeonato de fútbol o de cualquier otro deporte no se gana ni en un partido, ni en un combate, ni en una carrera. Si el Celta ha subido este año ha sido porque fue mejor equipo que los otros 20 de la categoría en el cómputo general de la friolera de 42 partidos. Que alguien se atreva a discutirlo.

Parece ser que la celebración fue espectacular. Hay quien diría que hasta excesiva. Probablemente. ¿Y? La gente está quemada. Por el trabajo o por la falta de este. Por la vida. Por todo. La gente más que nunca necesita alegrías de cualquier tipo. ¿Por qué no? “¡Qué sencillos pueden ser los momentos felices!” escribió hace poco una persona que vivió esa misma alegría sólo que un poco más al norte. Pues amén.

La mía fue una celebración bastante contenida. Más de alivio que de otra cosa. Un choque de manos con un compañero, con el capitán y con el dueño del bar. Por fin. Después de cinco años, se acabaron los Pepe Murcia, los Verpakovskis, los George Lucas y todos esos jugadores que han pasado por aquí y que no llegaban ni a mediocres.

El otro día dijo Fernando Torres que antes ir con la selección  era una costumbre y que ahora es un premio. A nosotros nos pasa lo mismo con la Primera División. Aprendamos de eso. Si hay algo seguro es que todo lo bueno se acaba.

La temporada que viene tocará sufrir, como siempre.

Pero hoy, disfrutemos.