viernes, 18 de noviembre de 2016

Cruzando el Atlántico. Día 4



Me levanté con ganas de ver el cielo estrellado, pero la maldita luna seguía impidiéndolo. Esta vez por fin me acordé de llevar mi música al puente. De lo que sigo sin acordarme es de bajarme alguna canción nueva. Es como escuchar los grandes éxitos del 2000.

Se notó el cambio de hora. Casi todo el mundo se levantó mucho más temprano de lo habitual. Lo cual se agradece, ya que recibí unas cuantas visitas por el puente a horas poco comunes. Al llegar a la zona de tripulación después de terminar me encontré con la sorpresa desagradable del día: Una botella con pis.

Nuestro barco no es muy grande y todos los camarotes tienen baño. Pero si por lo que sea tienes una urgencia urgentísima y tienes que mear en una botella, lo lógico es vaciarla por la borda y tirar la botella a la basura, no dejarla en el suelo a la vista de todos para que toda la tripulación vea como de amarilla es tu orina. En fin.

Con el Choco bien. Después de eliminar al Negreira en la primera eliminatoria de ascenso por un apretado 5-4 en el global, perdimos 2-3 en casa con el Izarra. Veremos qué pasa en la vuelta. El libro cada vez me está gustando más. Una idea original bien contada.

Hablando con la tripulación de todo un poco salió el tema de cual había sido nuestra primera película que habíamos visto en el cine. Como de costumbre, a la gente le sorprendió mi mala experiencia con el maldito E.T.  ¡A todos menos a uno! Resulta que al marinero que hace la guardia conmigo también le dio miedo en su momento. Casi lo abrazo y lo beso en los labios. Sienta tan bien sentirse comprendido…

La guardia de la tarde empezó y acabó sin ninguna novedad. Al volver a la zona de tripulación mi compañero y yo nos encontramos una espeluznante foto del mencionado alienígena en nuestras puertas del camarote.

Son todos unos graciosillos.

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