Al final el
viernes hubo sushi de cena, así que bueno, algo especial hubo. Durante el
sábado por la mañana hicimos otro cambio de hora esta vez durante mi guardia.
Todos podían dormir una hora más, pero no la aprovecharon demasiado.
La lluvia
nos alcanzó por fin, y de qué manera. Chaparrón tras chaparrón y con rachas de
viento de hasta cuarenta nudos. Precioso y peligroso. Por eso se le llama “la”
mar. Por cierto nos quedan seis días para llegar lo que significa que estamos a
mitad de camino. Pronto en mitad del Atlántico.
Se ve que el
cocinero estaba motivado (y aburrido) porque hizo sushi para parar un tren. Lo
desayuné, lo comí, y aun sobró algo para la merienda.
Como era
sábado, todo el mundo se tomó el día con bastante calma. ¿Sabéis esos días de
sofá, peli y manta?¿Sabéis cuando estáis con vuestra pareja y se convierten en
sofá, pon la que quieras pero esa no, esa
ya la vimos, esa no se escucha, sólo te bajas mierda, bueno pon esa aun que no
me va a gustar y manta?
Pues ahora
imaginaros con cinco compañeros y compañeras, cada uno de una punta de Europa.
Cuatro terabytes de pelis y sólo dos mantas. Al final eso se convierte en día
de sofá, esa no, esa pensé que no la había visto pero sí porque en mi país la
tradujeron de otra manera, esa está en ruso, esa no tiene subtítulos, esa ya la
vi, esa es un clásico ¿cómo no la viste? Porque mi país fue comunista hasta los
90 y el cine americano era el demonio… y manta.
Total que
antes de que se decidiera la peli yo ya estaba de guardia otra vez. Pude seguir
más o menos el resultado del Celta, aunque parece ser que haberlo visto en
directo hubiese sido igual o incluso más aburrido. Hacia el final de la guardia
nos metimos en una tormenta eléctrica espectacular.
Mañana más.
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