De nuevo a
bordo del barco. Y de nuevo el barco está en Barcelona. Ninguna queja sobre el
puerto.
Después de
la actividad frenética en casa de estos últimos meses con nacimientos,
operaciones y demás, aquí me he encontrado de repente con un montón de tiempo
entre mis manos. De momento, esta semana lo he usado bien.
He empezado
la operación desoxide, y he hecho ejercicio cuatro de los siete días que tiene
la semana. Suena como que ha sido mucho, pero en realidad el ejercicio en sí no
ha sido tanto. Lo que pasa es que prefiero hacer poco muchas veces que mucho
pocas, ya que en realidad lo que de verdad consume tiempo es el ritual de
prepararse y cambiarse antes y ducharse y volver a cambiarse después.
También en
esta operación incluyo el andar un montón. Da igual lo que quiera comprar, un
día voy a verlo y al día siguiente voy a comprarlo. En todas las tiendas de los
alrededores deben pensar que soy idiota, pero ¿a quién le importa?
He terminado
un libro y he empezado ya otro. ¿Sabíais que Asimov había escrito unos cuentos
de misterio sin nada que ver con la ciencia ficción? Yo desde luego no, pero
veré que tal están. También he terminado de ver la serie de “Westworld” y hasta
me he visto una peli entera del tirón, algo que no pasaba desde hace bastante
tiempo.
En el barco
todo sigue más o menos igual, pero se avecinan cambios. De momento el único
importante es que tenemos papel higiénico hecho del mismo material con el que
hacen las servilletas de bar. Un desastre.
Estoy
empezando a preparar ya la esperada visita de la familia, y de paso, a allanar
las cosas para poder escaparme en semana santa.
Hoy, domingo
de guardia.
Día de
ordenador y fútbol.
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