Segunda parte de El Señor de los anillos. Las dos
torres. Pero nada de Tierra Media. Ambientada en España.
Así que llega Gandalf a la corte del Rey Theoden con
pruebas de que Lengua de Serpiente trabaja para Saruman. Y le enseña los
papeles con su firma y las cantidades que le pagaron en dinero b el Partido de
la Mano Blanca y les dice a todos que manaña lo publicará el periódico Arda en
primera página.
Lengua de Serpiente está tranquilo. Sabe que no lo
echarán a patadas del castillo. Como mucho lo apartarán de la vida pública un
tiempo. Quizás a la diputación provincial del Folde Oeste mientras se calman
las cosas. Luego si hay juicio ya le pagará a alguien para que vayan a
aplaudirle y llamarle guapo a la puerta del juzgado. Y en el peor de los casos,
aunque lo condenasen a algo, sabe que su dinero está a salvo en una cuenta en
los Puertos Grises a nombre de una empresa fantasma. No worries.
Avanza la historia, y los protas se ven al comienzo de la batalla del abismo de Helm.
Aquí si que las cosas cambian mucho. Lo primero es que en el ejército de los
defensores también hay mujeres. Un porcentaje previamente acordado para que no
se diga que el Reino de Rohan no es el más igualitario de toda la Tierra Media.
Lo cual estaría bien, porque lucharía Eowyn que es una guerrera cojonuda, pero
también habría 50 campesinas que no saben ni por qué lado de la espada se apuñala.
Pero las cuotas son las cuotas.
Lo que no cambiaría sería el viejete al que se le
escapa la primera flecha, porque la edad de jubilacion sería
de 67 años. No importa que el rohirrim medio tenga una esperanza de vida de
unos 50, ya que se ha recortado en sanidad todo lo recortable. Eso sí, al
abuelo más le vale palmar en la batalla, porque si no le va a caer un buen
paquete por instigador a la violencia. Y fascista. Por haber disparado la
primera flecha cuando aun no se sabía si esos Uruk-hai con colmillos salivantes
venían a luchar o a cantar villancicos.
Las órdenes del Rey Theoden tardan un huevo en darse
ya que siempre tiene que decir soldados y soldadas. Además hay dos traductores
pagados por los constribuyentes para que las minorías élficas y enanas puedan
escucharlas en sus respectivas lenguas maternas. No importa que Legolas y Gimli
hablen la lengua común a la perfección.
La moral de la tropa está por los suelos ya que la
arenga antes de la batalla es lo más descafeinado que han escuchado en sus
miserables vidas. Nada de “enviad a esas bestias al abismo del que proceden” ni
nada por el estilo. Ha venido un subdelegado del gobierno, con caballo marca
Meara y jinete particular a su disposicion 24 horas, para contarle al Rey que
el ministerio del interior recomienda no insultar a los agresores y evitar usar
las expresiones “uruk-hai” u “orco” y que a partir de ahora deberán referirse a
ellos como “hijos de los antiguos elfos mutilados y corrompidos por las malas artes de Sauron”, para no ofender.
Así que lo que dice es algo así como “mis valientes
guerreros y guerreras, mis hermanos y hermanas. Vamos a rechazar a esos hijos
de los antiguos elfos mutilados y corrompidos por las malas artes de Sauron con una fuerza
proporcional y acorde con la amenaza que supuestamente suponen, etc, etc...”
Y claro, los uruk-hai, a los que Saruman les ha dicho
que vuelvan con la cabeza de Theoden o que no vuelvan, se los comen sin pelar.
Y ni siquiera Aragorn tiene esperanza de que pase algo de última
hora para cambiar la batalla, porque si un español te dice “ya estoy de camino”
y tarda dos horas porque ni siquiera ha salido de casa, entonces si te dice eso de “espera mi llegada con la
primera luz del quinto día, al alba mira al este” figúrate tu. Ni de coña va a
aparecer el mago.
Así que ganan los malos. Evidentemente.