Llegué al barco y tenía un millón de cosas que
hacer. Pero la verdad es que prefiero eso a la inactividad. Hace que la jornada
pase más rápido. Justo antes de ir a desayunar el capitán me da un papel con
los detalles de mi vuelo a Vigo. Miro el papel. Miro el calendario. En ese
momento ni dándome una patada en los
cojones me borrarían la sonrisa.
Bajo a desayunar. No soy el único que ha recibido un
papel como ese así que el buen humor reina a bordo. Alguien tira un plato al
suelo y todos aplaudimos la torpeza. Me clavo un trozo de dicho plato en el pie
cuando ayudo a recoger. El día anterior me hice un buen corte con una bandeja
para el horno rota. Si la Asociación de Vajilla Rebelde y Afilada (AVRA) se
cree que podrá conmigo la tiene clara. Hoy no.
Vuelta al trabajo. Toca corregir cartas náuticas.
Como la música ya lleva sonando un rato en mi cabeza decido que la escuche más
gente y subo al puente el mp3 y los altavoces. Corrijo boyas, luces y
profundidades lo mismo a ritmo de Sabina que de Shakira. De los Rollings o de
Bustamante. Descubro que Lavezzi es el nombre de unas islas además del de un
buen delantero. Algo nuevo aprendido. Aunque el día se torciese del todo a
partir de ese momento al menos me quedaría eso.
Y el día sí que intenta torcerse. Al menos
meteorológicamente hablando. Aun así a las cuatro en punto salgo del trabajo
como Pedro Picapiedra. ¿Cómo no voy a salir así de contento si en casa me
espera mi mujer que le pega cien vueltas a la estrecha de Wilma? Cuando llego
la beso y la abrazo. El cielo está ya completamente nublado y amenaza con
llover, pero al mal tiempo chapuzón en la piscina.
Volvemos a casa y, aprovechando que el wifi también
tiene un buen día, a Andrea se le ocurre
que veamos, al fin, un video que dice que es muy bueno sobre el optimismo. (http://www.youtube.com/watch?v=zK4sB_rWhF8,
bueno no, mejor). Así que lo hacemos. Dale dos litros de café y azúcar a un
niño hiperactivo. Dale cerillas a un pirómano. Así acabé yo después de ver el
video.
Uno ya tenía la sospecha sobre algunas cosas, pero
que un tío que sabe del tema te las confirme, algunas, palabra por palabra,
sube la moral a la estratosfera.
Cuando terminamos de verlo cayó una tormenta
increíble. Un espectáculo de rayos y lluvia. Y después ese olor como a piscina,
a lluvia de verano, lo inundó todo. Salimos después del chaparrón a cenar una parrillada
típica chipriota. Aquí son todos unos malakas, pero joder si le tienen el punto
a al kebab.
Volvimos a casa para seguir con nuestro ciclo de
pelis de Indiana Jones de esta semana. Y luego a dormir. Pensando en que hay
días que deberían durar 26 horas.
No veo ninguna razón para que mañana no sea igual
mejor.
Ya me aseguraré de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario