miércoles, 28 de marzo de 2012

APOEL - Real Madrid


Después de un par de días agitados, ayer tocaba olvidarse de todo e ir al fútbol. Cuartos de final de la Liga de Campeones. Sólo había visto en directo hasta octavos y al Madrid no lo veía desde hace cinco o seis años. Iba a estar bien.

Llegamos a los aledaños del estadio (lo único en el mundo que tiene “aledaños”) con unas dos horas de antelación. Si en tu entrada pone puerta N3 y el estadio se divide en secciones norte, sur, este y oeste ¿a qué zona deberías dirigirte? ¡¡EENNGGG!! Error. “N” de Notoç que justamente significa sur en griego. Welcome to Cyprus.

Después de una buena caminata, dos colas y varios controles de entradas entramos por fin al estadio, bastante sorprendidos de ver tanta organización en este país.

Dentro, el panorama cambió totalmente. Intentamos encontrar nuestros asientos, pero sin un solo número en ningún lado y con las escaleras de acceso abarrotadas de gente iba a ser complicado. Por casualidad vi a un chico hablando en inglés con un guiri. Le pedí si me podía indicar dónde estaban nuestros asientos y entre divertido y sorprendido me contestó: “Olvídate de los asientos y de los números. Ponte dónde puedas y mejor hacia los laterales y hacia arriba, porque en el centro están los ultras del Apoel”. Estupendo, pensé. Esto sí que es territorio comanche.

A duras penas encontramos un sitio entre una amable familia que prometió no matarnos hasta el final del partido. Ya estábamos bien situados cuando noté un ligero toque en la nuca. Alguien me había tirado algo. Recogí el objeto de la capucha y vi que era una uva pasa. Pasas. ¿Por qué razón pasas? Odio las pasas. Junto con los orejones y los vegetales cilíndricos completan mi lista negra de alimentos.

La amable familia le dijo al francotirador que parase y a mí que no me preocupase, que el fulano estaba borracho. Segundos más tarde cambió los frutos secos por una botella de agua sin tapón. Por suerte las chicas de detrás de mí se llevaron la peor parte de la mojadura. Le dije al hombre con la mayor diplomacia posible que estaba allí para ver el partido. Nada más. Como para entrar al trapo allí. Las chicas no fueron tan comprensivas y lo pusieron de vuelta y media, con lo que terminaron con las hostilidades y pudimos disfrutar del encuentro.

El ambiente fue increíble. La música de la Champions, el estadio a reventar (juraría que se vendieron entradas de más), un montón de cánticos a coro distintos que ya me gustarían en Balaídos y un largo etc.

El partido en sí regular. Esperaba más de un Madrid que dicen va lanzado a por la décima. Los mouriñistas dirán que supieron tener paciencia. A mí me pareció falta de intensidad. Higuaín desaparecido, Ozil sin ideas y Cristiano sólo apareció con el partido encarrilado para hacer unos cuantos amigos más en Chipre a base de bicicletas en el medio campo. Sólo Bezemá que jugó de todocampista (¿Dónde están los que lo ponían verde?) y Marcelo que revolucionó el partido parecían tener ganas de finiquitar la eliminatoria.

Del Apoel poco que decir. Como dice el refrán rectificado que escuché hace poco: “No se le pueden pedir peras al horno”. Desde luego que no. Aguantaron  más de 70 minutos sin que el Madrid apenas tirase, que no es poco. Eso sí, Casillas pudo haberse ido a tomar un frappé y nadie le hubiese echado de menos.

Y eso fue nuestra experiencia championsliguera. Al final 0-3, que casi fue lo de menos.

Todo un espectáculo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Otoño, Invierno, Prima...Verano

Tiru-ririru-tiruriru-ririru-tiruriru-ririru-ririiii, (léase con música de “La mañana”, de “Peer Gynt”) Así llegó la primavera el fin de semana pasado. Después de un largo invierno, el sol empezaba a calentar por fin. Manga corta por la tarde y chaqueta por la noche. Calorcito sí. Pero sin pasarse.
La primavera en Chipre duró dos telediarios. El verano entró como un elefante en una cristalería. Y no me refiero a la temperatura que, aunque ha mejorado bastante, aun está lejos del calor sofocante que se supone que vendrá en un par de meses. Me refiero a la actividad a bordo de nuestro barco.
Los dueños, en uno de sus infinitos cambios de opinión, han decidido que quieren utilizar el barco en semana santa. La lista de tareas pendientes que teníamos para  el próximo mes y medio tendrá que hacerse en la próxima semana y medio. Misión imposible. Panic stations. Por no tener no tenemos ni a toda la tripulación necesaria.
En lo personal, todos los planes al traste. Cien cosas que arreglar antes de la partida. Vuelta a empezar. Suspiro, cansancio, bajoncillo y de nuevo al ruedo. “Si la vida te da limones, haz limonada”. No me gustan las excusas, pero me cago en el limonero. Crisistunidad, decía el sabio Homer J. Simpsom.
Así que a Grecia de nuevo. Zea Marina, el apestoso Pireo, la festiva Spetses y si todo va como debería Poros, que quizás se convierta en nuestro hogar por un tiempecillo. Como ya dije aquí, no es el peor de los sitios para estar.
¿De verdad llegué a creerme que iba a estar tanto tiempo en el mismo sitio y con algo parecido a un plan para más de dos meses?
No me llames iluso…

lunes, 19 de marzo de 2012

Cambio climático, excursiones, españoles en Chipre

Ironías de la vida, el invierno más seco de los últimos 70 u 80 años en España ha coincidido con el invierno más húmedo en Chipre de los últimos 300 millones de años, récord establecido cuando el nivel del mar era 20 metros más alto y la isla entera estaba sumergida.
El viernes estaba aparcando en casa después de trabajar cuando empezó a lloviznar. Uno, que es gallego y de lluvia sabe un rato, vio que la llovizna caía más lentamente de lo habitual. Algo no encajaba. La pista definitiva me la dio un coche negro cercano. ¡Estaba nevando! A nivel del mar, a una semana de la primavera y en un lugar donde en verano se superan los 40 grados. De locos.
El sábado me levanté temprano. En la terraza y con una temperatura agradable conseguí entradas para el partido Apoel Nicosia – Real Madrid de Liga de Campeones. Casi nada.
Después de desayunar subimos hasta la cordillera de Troodos. Tras casi escalar por un sendero que la guía calificaba de dificultad media, pero que incluía cruzar descalzo ríos crecidos por el deshielo y esquivar rocas caídas por avalanchas provocadas por las fuertes lluvias, llegamos a la Cascada de Caledonia, un salto de agua de trece metros de altura espectacular. Allí comimos nuestra tortilla de patata en fiambrera del chino. Typical  Spanish Domingueros.
Como bajamos pronto aun tuvimos tiempo de tomar un rato el sol en manga corta en la terraza. Y parecía que fue ayer que hacía un frío de carallo y hasta caían copos de nieve.
Por la noche quedamos con una chica española (en un intento frustrado de celebrar San Patricio) que lleva viviendo y trabajando en Limassol diez meses. Ya se sabe, estos emigrantes, sólo se relacionan entre ellos, no hacen nada por integrarse en nuestra cultura ni por aprender el idioma, etc, etc… Resultó ser muy maja y fue muy agradable mantener una conversación en español con una tercera persona.
El domingo dormimos hasta tarde y luego fuimos a leer un rato a la playa mientras Lorenzo nos acariciaba cada vez menos tímido. Parece que la primavera, perezosa, por fin empieza a dar señales de vida.
Ya era hora.

martes, 13 de marzo de 2012

República Turca del Norte de Chipre (y II)

Otra vez hacia el norte. Esta vez cruzamos la frontera por Nicosia, ya que los sitios que queríamos visitar nos quedaban más cerca por ese lado. No madrugamos mucho, así que otra vez nos faltó tiempo para visitar todo lo que queríamos.
Una vez en la parte turca, ascendimos por la Cordillera Pentadaktylos hasta el Castillo de San Hilarión. Sin unas vistas tan buenas como las del de Kantara, pero excelentes en cualquier caso. Lo que queda del castillo está muy bien cuidado y parece que los turcos se defendieron allí de los grecochipriotas durante la guerra. En un par de estancias tienen fotos y cuadros donde cuentan su versión del conflicto. No se suele tener tanta facilidad para conocer las dos versiones de dos países enfrentados. Como nota curiosa, decir que Walt Disney se inspiró en este castillo para dibujar el de la reina mala malísima de Blancanieves. Toda la visita estuvo acompañada del ruido de un campo de tiro militar cercano.
Como nos entretuvimos más de la cuenta, bajamos hasta la ciudad de Girne con un hambre tremenda. Después de comer platos típicamente turcos, fuimos a ver la fortaleza de al lado del puerto. La fortaleza en sí no estuvo mal, pero lo que nos sorprendió fueron los pequeños museos que albergaba en su interior, especial y personalmente, el Museo del Naufragio, donde conservan en muy buen estado una pequeña galera del 300 antes de Cristo con parte de su carga.
Con los últimos rayos de sol llegamos al monasterio de Bellapais. Fue lo único que nos decepcionó de todo el fin de semana. Lo más caro y lo menos interesante. Suerte que Andrea, para seguir con nuestra buena racha, se encontró en el suelo del baño un billete de 10 Liras turcas.
Era hora de volver. Encontrar el camino hasta el paso fue de nuevo algo complicado debido a la escasez de carteles y cuando lo encontramos, debido a mi cabezonería, dimos una vuelta en coche por Nicosia de media hora antes de encontrar de nuevo la entrada a la autovía.
Impresión final: Los turcos se quedaron con la mitad buena del país.

domingo, 11 de marzo de 2012

República Turca del Norte de Chipre (I)

Equipados con pasaportes y un buen humor excelente debido a la victoria del Celta y a que el día anterior me encontré un billete de 20 euros dando un paseo al lado de la playa, el sábado pusimos rumbo a la zona turca de Chipre.
Decidimos cruzar la frontera por el lado más oriental y visitar primero la ciudad de Famagusta. La llegada al paso es bastante curiosa. La carretera es la propia frontera y durante un trecho transcurre entre alambradas coronadas por alambre de espinos a ambos lados. Asia a un lado, al otro Europa, allá su frente…
Famagusta es una ciudad costera rodeada por una muralla veneciana tremenda. Tiene una catedral gótica reconvertida a mezquita muy curiosa. Podría pasar por una iglesia cristiana normal hasta que te das cuenta de que algo le sobra. Lo que le sobra es el minarete típico de las mezquitas que le anexionaron en una esquina de la fachada principal. Alianza de civilizaciones. O religiones. Pegados al puerto, están la torre y el castillo de Otelo, dónde Shakespeare ambientó parte de la obra del mismo nombre. Ciudad interesante.
Después de comer pensábamos ver un par de ruinas cercanas, pero los carteles en esta parte de Chipre brillan por su ausencia. Además, no contamos con el detalle de que turcos llaman a los pueblos y ciudades de manera distinta a los greco chipriotas. Con lo que no pudimos encontrarlas y perdimos bastante tiempo.
Lo que sí encontramos fue el castillo de Kantara. Subimos por una carretera que hace que Castro Castriño parezca la Castellana y después de un buen rato llegamos a la entrada del castillo. Las  vistas de 360 grados son impresionantes. La montaña se encuentra cerca del mar y tiene una pendiente muy pronunciada, lo que convierte al castillo en un puesto de vigilancia excelente. Parece ser que cuando Ricardo Corazón de León conquistó la isla, ese castillo fue el último refugio del anterior Rey.
Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando, saliendo ya del castillo, vimos a un ruso en chándal que había subido hasta allí en limusina. El cómo una limusina consiguió subir a un sitio dónde hasta las cabras utilizan telesilla es algo que se me escapa. Ole para el conductor.
Se hacía de noche pero aun nos quedaban unas cuantas cosas por ver.  Cruzamos de nuevo la frontera en sentido contrario prometiéndonos volver al día siguiente.
Mañana más.

viernes, 9 de marzo de 2012

Día a día en Chipre


Llevamos casi un mes y ya empezamos a conocer un poquito esto. A tener nuestras rutinas y nuestros sitios preferidos. También hemos rebautizado un par de lugares que solemos frecuentar.

Nota para jóvenes estudiantes: Niños, el saber no ocupa lugar. A la pregunto que nos todos nos hemos hecho alguna vez “¿Para qué (coño) me vas a servir estudiar esto?” hoy os doy una respuesta parcial. Estudiar física sirve para viajar por países greco parlantes. No sólo para saber cuánto vas a tardar de Limassol a Nicosia si el coche va a 100 km/hora, que también. Si no porque la gran cantidad de letras griegas que se utilizan para las unidades de medida (landa, pi, phi, omega…) son utilísimas a la hora de descifrar carteles de carretera.

Dicho esto, os cuento lo de los nombres. Nosotros no vamos al super a hacer la compra. Vamos al Orfanatun. Traducción totalmente libre del griego. La primera vez que vimos el nombre en alfabeto normal al lado (Orfanatun – Orfanides) pensamos que se trataba del Orfanatun de oportunidades. Tampoco vamos a la panadería, vamos a la baquería, aunque no haya rastro de las vacas. Panadería=Bakery en inglés=Baquería en Andrea´s language.

Para tomar algo, si vas al “Shakespeare” te meten un clavo y las pintas son de litro. Pero si vas al “Hamlet” (mucho les debe gustar la literatura inglesa a los chipriotas) los precios son muy razonables. Y si lo que buscas es buena conexión a internet, el Taco Bell de “My Mall” tiene una de las mejores y allí es donde vamos a ver los partidos de la máquina celeste todos las semanas.

Mañana madrugaremos para visitar la parte turca de la isla. Pero antes de despedirme os dejo con una duda que me asaltó ayer justo antes de dormirme a esa hora en la que una parte del cerebro se empieza a apagar y deja trabajar a la parte a la que se le ocurren las ideas tanto nefastas como geniales.

En lugares como Canarias o el mismo Chipre, donde la temperatura se mantiene bastante cálida incluso en invierno, ¿Se venden Ferrero Rocher?

Dadle ahí.

domingo, 4 de marzo de 2012

Noroeste de Chipre

Otro fin de semana, otro viajecito. Esta vez hacia el otro lado de la isla. Cogimos la autovía en dirección Paphos y en la entrada de la ciudad nos desviamos hacia el norte por una carretera de montaña. Después de atravesar un río que cruzaba la carretera (o viceversa) con el Micra en modo Canyonero, llegamos a un pueblo llamado Latsi, pesquero y turístico.
Allí comimos la especialidad de la zona, “meze” de pescado. Viene a ser algo así como una parrillada de peixe con pulpo, calamares y ensalada griega para acompañar. No estuvo mal, pero un pelín cara.
Con el estómago lleno volvimos a ponernos en marcha hacia el noroeste para alcanzar el que era nuestro destino principal: El Parque Natural de la Península de Akamas.
Allí dimos un buen paseo por un bosque mediterráneo espectacular, con vistas al mar todo el rato. En medio de este paseo paramos para admirar el “Baño de Afrodita”, una bonita poza donde supuestamente se bañó la diosa y que ahora está custodiada por una anguila larga como mi… antebrazo.
Ya de vuelta paramos en un par de sitios para ver unas cuevas y un carguero que encalló en las piedras no hace mucho. También apuntamos “Los baños de Adonis” para una próxima visita.
Llegamos con el tiempo justo a un centro comercial abarrotado de preadolescentes alborotados (San Herodes, ¿Dónde estás cuando te necesito?) para ver el partido del Celta. Menos mal que cuando José Tomás le dio la puntilla al Valladolid ya no quedaba mucha gente a nuestro alrededor, porque gritamos como energúmenos.
Fue el final perfecto, de un día estupendo.

viernes, 2 de marzo de 2012

Yo hacía taekwondo


Me gusta pensar que aun lo practico, que simplemente estoy tomándome un tiempo de inactividad por motivos laborales, pero lo cierto es que ya hace unos cuantos años que no entreno de manera regular. Además, la maldita realidad es muy terca y el tío que veo en el espejo cada vez se parece menos a un deportista. No es que alguna vez haya tenido el cuerpo esculpido en granito (Bueno, los empeines tal vez), pero desde luego nunca había estado tan blando.

Mucha gente me ha dicho que, por mi carácter, no es un deporte que me vaya o pegue demasiado. Pero durante casi 20 años fue una de las cosas más importantes de mi vida, a veces, la más importante. No he hecho ninguna otra cosa durante tanto tiempo. Pocas cosas me han dado tantas y tan grandes satisfacciones personales.

No me gusta lo de “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Cualquier tiempo pasado ya pasó. Y punto. Pero cada vez que veo una película de boxeo, de cualquier temática deportiva o hasta una bazofia de robots que se dan de leches como fue el caso del otro día y lo que me llevó a escribir esto, no puedo evitar la nostalgia de la competición.

La nostalgia por un gimnasio que fue mi segunda casa y que, igual que en esta, me reciben igual de bien aunque pase mucho tiempo. Por los entrenamientos y los compañeros (es irónico que en un deporte individual sea imposible mejorar entrenando sólo). Pero por encima de todo, la nostalgia por el combate. ¡Dios, como lo echo de menos!

He tenido el privilegio de enfrentarme a los mejores de Galicia y de España. Y hasta en alguna ocasión de Europa y del Mundo. Disfruté de todos y cada uno. Y lo más sorprendente es que a veces hasta gané. “Tough is not enough” decía Clint Eastwood, pero para mí sí que fue suficiente.

Es difícil explicar que se siente antes de un combate. Supongo que un músico sentirá algo parecido antes de un concierto, a excepción de que el músico no suele preocuparse de que le puedan partir la cara si lo hace mal.

Es imposible explicar que se siente dentro. Ni siquiera las leyes normales de la física se ven igual. El universo es finito. 10 por 10 metros. La unidad de medida es el centímetro o incluso el milímetro, lo que separa tus pies del peto o la cara del contrario. También el tiempo cambia. Cada asalto una vida. Pensar en horas o en días es como hacerlo en siglos o eones. Tiempo geológico. Tus problemas son inmediatos, el presente lo inunda todo. El futuro, es el segundo siguiente, la siguiente acción, ¡Ya!

Me dejo por hoy de historias del abuelo Cebolleta. Sé que es un tiempo que no volverá. Me queda el recuerdo, que me quiten lo bailado. Y aun así, cuando me da el punto y salgo a correr o cuando hago cualquier tipo de ejercicio físico y las primeras gotas de sudor empiezan a aparecer y el pulso se me acelera, mi cuerpo, que debe tener memoria, reacciona. Y aunque se canse mucho antes me pide más. Y una voz me dice, no muy alto para que no me lo crea mucho, que si tuviese tiempo y me lo propusiese, quizás podría volver y estar ahí una vez más.

Que aun me queda una bala en la recámara.

Nunca se sabe.