domingo, 19 de febrero de 2012

Mudanza


El viernes dejé Puerto Muerte Lenta y me instalé en la que va a ser mi casa de los próximos tres meses. Preparé una pequeña maleta con lo básico y un compañero me acercó hasta Limassol.

Allí alquilé un coche que en este lugar del mundo y en esta época del año sale baratísimo. Me dieron un Micra de cambio automático que enseguida pedí que me cambiasen lo antes posible por uno de cambio manual, pero después de utilizarlo un tiempo casi me está empezando a gustar. Solamente hay que tener cuidado con lo que yo llamo la doble frenada, que consiste en pisar el freno con los dos pies a la vez por culpa de que el izquierdo busca instintivamente un embrague que no existe.

Ya motorizado me dirigí al apartamento. Después de pagarle el primer mes al propietario a cambio de las llaves, me puse a abrir armarios y cajones para comprobar como de bien equipado estaba el lugar. Notable alto. Tenemos de todo.

Cuando salí a investigar un poco los alrededores un primo lejano de un dálmata me dio un susto de muerte ladrándome a medio metro de mi espalda mientras me ensañaba los dientes. Después del salto inicial que pegué, me calmé e intenté hacer un poco de El Encantador de Perros, pero sin mucha suerte.

La urbanización está en su mayoría habitada por jubilados ingleses, lo cual hace que sea muy tranquila. Tenemos un supermercado a un paso y un restaurante mejicano en la acera de enfrente. También hay un cine cerca, pero dudo que le demos mucho uso.

Luego fui a hacer la compra, más que nada por saber cómo andan por aquí los precios. Comprobé que es un poco más caro que en España pero no mucho. También me sorprendió el ver que no vamos a tener el gran problema de echar de menos el jamón y otros tipos de embutidos. Campofrío, en una astuta maniobra de expansión, ya ha conquistado Chipre.

El día siguiente amaneció con un tiempo estupendo. El primero desde que he llegado. Salí a nuestra terracita a desayunar mientras leía un rato.  Estaba enfrascado en las locuras de Stephen King cuando pasó por delante de mí mi amigo el dálmata de mal genio. Parece ser que vive aquí cerca, pero que no tiene dueño. Esta vez no me ladró. Fui dentro y le tiré una loncha de mortadela de dudosa calidad. Se la comió y se me quedó mirando con cara de ¿más? Le enseñé las manos vacías. Me miró una y después la otra y siguió su camino. Me empieza a caer bien ese perro. Creo que le llamaré Calcetines, ups digo Giannis (esto de ver a Kevin Córner ayer en la tele me confunde).

Dejé al perro y seguí con el libro. No se está mal aquí. Hoy de madrugada llega Andrea. Van a ser unos meses interesantes.

Se aceptan visitas.

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