Empezó Junio muchachos. Eso está bien. Junio es mes
de cambios. Termina el colegio y la liga. Empieza el verano. Se acerca el
invierno. En sentido literal y figurado.
Si digo que el diez de Junio es el equinoccio de
verano me llamareis de burro para arriba, y con razón. Pero ese día hará cuatro
meses que me fui de casa y, si mis cálculos son correctos, a partir de ese día
quedará ya menos tiempo para volver del que he estado fuera. Así que sí, para
mi es una especie de equinoccio.
Este fin de semana hemos vuelto a Poros, nuestra
isla preferida. Aquí he visto a tres obreros chipriotas batir el récord del
mundo de pesca en puerto. Veintiocho horas sentados al borde del muelle,
pescando. Sólo parando para dormir en el coche. Impresionante.
Seguimos siendo uno menos en cubierta, por lo que todo
el mundo tiene que trabajar algo más. El otro día me tocó hacer una de esas
jornadas de 16 horas sin descanso. Mala suerte. Lo bueno es que como hago yo
los horarios y las guardias, hoy terminaré a las siete, con tiempo suficiente
para ver o al menos escuchar el partido.
Por lo demás Poros sigue tan acogedora como siempre.
El único cambio que ha habido lo ha sufrido la pobre Dama de Poros, a la que le
han nacido unos cuantos molinos de viento del vientre. Con un poco de suerte,
volveremos para quedarnos un tiempo dentro de un par de semanas. Puestos a
estar en Grecia, nada mejor que esto.
Y poco más que contar, de momento.
Me gusta Junio.
Pero menos que Septiembre.
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