Se acerca el invierno. Los días se acortan
visiblemente. Empieza la liga. Después de una semana de trabajo duro los dueños
del barco se han despedido de nosotros hasta el año que viene. “Nos vemos en
semana santa” han dicho. Estupendo.
El plan es quedarnos aquí hasta el viernes que
viene. Luego iremos a fondear cerca de Elba hasta el día ocho a esperar al que
seguramente será el último chárter de la historia de este barco. Triste.
Terminaremos dicho chárter en Nápoles el día 18 y luego rumbo a Chipre.
El incidente de la semana fue una caída tonta que
tuve saltando a la lancha desde el barco. Medio me torcí y golpeé el tobillo de
una manera que ni a propósito. Como a los dos minutos ya estaba relativamente
bien no le di mayor importancia. Pero a la una de la madrugada me despertó un
intenso dolor en la misma zona que duró casi toda la noche.
Niños, desconfiad de los dolores que aparecen horas
más tarde del golpe. La última vez que me había pasado algo así me había
llevado un golpe en la mano entrenando por la mañana. Después de jugar unas
seis horas a la Play Station (ganando la mayoría de los partidos pese a lo que
digan los resentidos perdedores) tuve que ir a urgencias porque no aguantaba
más el dolor. Meses más tarde tenía un tornillo de dos centímetros y medio en
el escafoides.
Pero a pesar de que los precedentes no eran buenos
me desperté a la mañana siguiente tan bien que hasta pensé que lo del dolor
había sido un sueño.
Por lo demás, en mi tiempo libre me ha dado tiempo a
terminar “Danza de Dragones” (Bien) y la segunda temporada de “Juego de Tronos”
(También bien). Y he empezado a leer “El abuelo que saltó por la ventana y se
largó” (Regular) y a jugar a un tal “Dragon Age” (Genial).
Sólo nos quedan un mes y un día para acabar la temporada.
Estamos empezando a acabar.
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