Empezó la liga de fútbol. Pero este año, como
novedad, el Celta juega en primera. Esto, aparte de la satisfacción personal,
facilita mucho la vida del aficionado en el exilio.
Como uno ya sabe lo difícil que resulta ver un
partido en el extranjero, el viernes fui de expedición a buscar un local con
buena conexión a internet y enchufes disponibles. Misión conseguida. No era el
bar más barato ni la mejor conexión del mundo, pero me tendría que valer.
Llegó el sábado. Ya estaba metiendo el portátil en
la mochila cuando un compañero me dijo que en Al Jazeera Sport iban a emitir la
liga española. Me fui a comprobarlo, escéptico. Pues sí, era cierto, todos los
partidos, incluido el del Celta.
Menudo cambio. De ver un partido en el ordenador,
con calidad dudosa, en esquinas oscuras de bares donde tengo que mendigar un
enchufe a verlo en una tele de 32 pulgadas, tomándome lo que me apetezca gratis
y sin tener que reprimir los gritos.
Media hora antes empezaron un previo que debió ser
muy interesante pero del que no entendí ni media palabra ya que estaba en
árabe. Sé que incluyó una entrevista a Makelele. En el plató, Michel Salgado
(con moreno de pretemporada en Samil) hablaba en español pero la traducción
tenía el volumen más alto que su propia voz y tampoco me dejó oír nada. Por
suerte, el partido en sí tuvo los comentarios en inglés y tengo que decir que
el comentarista se equivocó menos de lo que lo suelen hacer los de Canal Plus.
Me gustó el Celta. No hay que ser muy entendido para
ver que no deberían pasar ningún apuro para conservar la categoría. Personalmente
creo que meterse en Europa no es nada descabellado. Me gustó ver a Alex López con
el 8. Me gustaron Cabral y Varas. No me gustó ver a Alex López en la banda. No
me gustó que jugara el tal Augusto cuando es evidente que aun no estaba listo.
No me gustó la perilla de mosquetero de De Lucas.
La temporada es larga.
Pero no veo ninguna razón para no ser optimista.
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