sábado, 4 de agosto de 2012

Paul


En el tiempo que llevo trabajando en distintos barcos, he conocido gente de toda clase. Sobretodo gente rara. Gente “no muy bien acabada” como diría el tío Benjamín. Gente especial.

Paul se lleva la palma. Se podría escribir un libro entero sobre él. Todos tenemos nuestras contradicciones. Nuestra parte buena y mala. Paul es una contradicción en sí mismo. Es un personaje de la película “Crash”. Es el Ying y el Yang. Y el Yung.

Es la persona más racista que he conocido nunca. Es un cerdo. Un maleducado. Un bestia. Paul es de las personas más respetuosas que conozco. De las más trabajadoras. Paul es de las mejores personas que he conocido nunca.

Se conoce todas las reglas del protocolo de la tripulación mejor que el capitán. Esto se debe a que ha incumplido la mitad de ellas. La otra mitad se crearon específicamente por algo que él hizo. Paul sabe donde se encuentra absolutamente todo en el barco. Es, sin duda alguna, el mejor marinero con el que he tenido la suerte de trabajar.

Tiene treinta y pocos años, pero se le echan tranquilamente diez más. Apenas le queda pelo y el que le queda lo tiene tan rubio que parece blanco. Tiene una barriga redonda y dura construida con todas las cervezas del mundo. El resto del cuerpo, con un par de tatuajes y un montón de cicatrices recuerdo de unas cuantas peleas callejeras. Los ojos son azul hielo.

Desde que lo conozco, le he visto beber gasolina. Ganarle  un concurso de baile por aclamación popular a un profesor de baile cubano. Lamerle un ojo a un compañero para quitarle un colirio que le escocía. Y Lo he visto desnudo más veces de las que necesitaba.

Paul conoce a gente en todos los malditos puertos del Mediterráneo. Me mataría con sus propias manos si le hiciese algo a su familia. Pero mataría a mordiscos si a alguien se le ocurriera hacerme algo a mí.

El día que me vaya a otro barco, si alguna vez necesito un marinero él será a la primera persona a la que llame.

A un a sabiendas de que no vendría.

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