Con la treintena de años acechando a la vuelta de la
esquina y con las Olimpiadas en pleno apogeo me he propuesto hacer algo más de
ejercicio. No creo que me resulte muy difícil ya que “algo más” que nada es
cualquier cosa. Aunque un barco fondeado tiene sus limitaciones.
El sábado fui a la playa con los dos compañeros que
suelen ir a correr y levantar algo de pesas. Me animaron a ir con ellos y casi
me convencen. Sobre todo después de ver los resultados del nuevo marinero. Si
levantamiento de platos de desayuno, o desayuning, fuese deporte olímpico,
Curaçao tendría el primer oro de su historia. Y aun así el cabronazo no engorda
un gramo. Sus compañeros de camarote duermen con cuchillos por si se le ocurre
salir de su cuerpo a la solitaria del tamaño de una anaconda que debe tener. O
puede ser que lo de correr con el segundo de cocina de resultado.
Pero veinte kilómetros diarios me parece una
exageración. Además todo el mundo sabe que correr es de cobardes. Así que
pensando un poco (eso sí que me hizo sudar) decidí que intentaría practicar un
poco del único deporte que se me ha dado medianamente bien en la vida.
Sabía que a bordo teníamos un saco de boxeo roto. Lo
encontré, lo rellené con toallas sin que la jefa de interiores se enterase y
cosí la parte dañada. Me quedó bordado (chascarrillo). Encontré un sitio dónde
colgarlo en la cubierta superior dónde antes teníamos un toldo que se parecía
mucho al secadero de atunes que teníamos en el Centium. Un trozo de cabo y un
buen nudo marinero solucionaron el resto. Ya podía dar patadas. Todo esto fue
ayer.
Las conclusiones tras el primer “entrenamiento”:
Sudo casi tanto con el entrenamiento en sí como subiendo y colgando el saco
tres cubiertas más arriba. Una cubierta
de madera de teca no es la mejor superficie para hacer desplazamientos
de taekwondo. En estos momentos se me da mejor hacer nudos que dar patadas.
Menos mal que me gano la vida haciendo lo primero.
Hoy las piernas me pedían sofá a gritos, y ese iba
ser el plan. Pero hoy empezaba el taekwondo en los juegos y como ya he repetido
varias veces, soy un flipado. Así que allá fui de nuevo, después de ver un par
de espectaculares combates, con más voluntad que cualquier otra cosa.
Mientras espero para ver las finales tengo los pies
doloridos y puedo sentir las agujetas desperezándose. Así que pienso en si
tendría razón, como de costumbre, ese gran sabio de color amarillo cuando
durante un partido entre las hermanas Williams, Sampras y Agassi dijo aquello
de: “Es mejor ver a gente haciendo cosas que hacerlas tu mismo”.
Por una vez, no estoy de acuerdo del todo con Homer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario