El resto del departamento de interiores de nuestro barco está formado por tres chicas, de las que os voy a hablar hoy: Krasi, Debi y Janine.
Las tres buenas chicas, trabajadoras y duras. Tienen que serlo. Hace tiempo comenté aquí que a las nuevas azafatas las llamábamos pescadito fresco. Bien, pues estas tres se merendaron todo el pescado.
Debi es de Sudáfrica y esta es su segunda temporada a bordo. De finísimos modales delante de los invitados y no tan finos cuando estos no están. Aunque aquí ponga y sirva la mesa según los más refinados protocolos es más fácil imaginársela en un bar de carretera de peli americana, sirviendo café directamente desde la cafetera y llamando a todo el mundo “encanto”.
Krasi es búlgara. Tiene un niño que cumplió un añito la semana pasada y que es su razón para trabajar y vivir. Es la segunda persona que conozco con un miedo irracional hacia las aves. Extraño, pero cada uno teme lo que quiere.
Janine fue el último fichaje del barco. Es de una Sudáfrica completamente distinta a la de Debi. Janine se cansó de ser la niña de papá del rey del plástico sudafricano y cambió una vida cómoda por limpiar retretes en un yate. Y encantada que está ella.
Costó unos cuantos meses dar con la gente adecuada, pero parece que con este equipo y bajo las órdenes de Lidiya las cosas están funcionando bien en el interior.
Lástima que, ahora que todo empieza a ir bien, ya sólo quede una semana para acabar la temporada.
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