martes, 25 de octubre de 2011

El chabolero optimista


Hace no tanto, se llamaba chabolero a la persona que se quedaba a bordo de un barco cuando éste iba a estar un periodo largo de tiempo en puerto y la tripulación se iba para su casa. Esta persona solía ser un marinero jubilado que recibía un pequeño sueldo en negro y un techo a cambio de este trabajo de segurata. Casi casi como nosotros ahora.

Es difícil mantener un blog de viajes cuando no viajas. En los últimos días el más largo que he hecho ha sido a la ciudad a dar una vuelta y al centro comercial más cercano. Mañana iré a Larnaca a llevar a otro compañero que se va a casa. El jueves se va otro y después será mi turno.

Acabada la tarea del botiquín (mi última sorpresa fue descubrir que tenemos hasta hormonas para facilitar el parto, todo un alivio) estos días también me ocupo de las cuentas del barco y alguna cosilla más ya que el capitán se encuentra en la soleada Inglaterra. Mientras, en cubierta siguen los trabajos de mantenimiento.

Por lo menos sigo viajando con la imaginación. Los dos tomos de “Juego de tronos” me duraron menos que a Grecia el dinero de la Unión Europea y ante la imposibilidad de conseguir su continuación ni siquiera en inglés recurrí a métodos menos éticos para conseguirlo. Me lo bajé de internet.

Es curioso. Me he bajado música y películas de internet sin ningún tipo de remordimiento y sin embargo me dio como cosa bajarme un libro. Como si fuera pecado. Contradicciones que tiene uno. Al final el vicio venció a los remordimientos.

Lo que estoy sacando en claro de esta experiencia es confirmar algo que ya sospechaba: Los libros electrónicos no son para mí. Vale que son mucho más manejables que mi portátil, pero no me parecen nada prácticos. Pero por lo menos mientras espero mi último viaje (15 días) mi mente no para quieta.

Mi verano ha sido de seis meses. Espero que el invierno que se aproxima sea también inusualmente largo.

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