Octubre prometía ser largo y lo está cumpliendo. El ritmo de trabajo es relajado y los descansos se alargan. Nada corre prisa. Aparte de las labores de mantenimiento y el papeleo, estos días estamos llevando a cabo proyectos alternativos como el de cavar una zanja para tender un cable que nos permita tener internet de alta velocidad.
Bueno lo de zanja quizás sea exagerado (un surco de 20 centímetros de profundo no sé si se considera zanja) pero el caso es que armados de pala y pico abrimos unos buenos 50 metros hasta el poste desde dónde saldrá el cable. Dicho proyecto lo hicimos muy a la española. Una pala y un pico para cinco personas permiten que tres de ellas puedan desempeñar el arduo pero importantísimo trabajo de mirar y criticar la labor de los otros dos. Tan duro es que nos tuvimos que turnar para hacerlo.
En mi tiempo libre lo único resaltable de la semana fue el ir a ver el España – Escocia con dos escoceses a su propia casa. Territorio comanche. Menos mal que afrontaron el partido resignados desde el primer minuto a sabiendas de la que se le caía encima. Un 3-1 no fue mal resultado de todo. Nuestro cocinero me dijo que como castigo al día siguiente me haría haggis para cenar, pero cualquier “castigo” que salga de esa cocina es una bendición.
Y poco más. Ayer me había armado de valor de nuevo para salir a correr un rato pero una terrible tormenta me lo impidió. (Al igual que con lo de la zanja “terrible tormenta” puede resultar exagerado para describir un poco de lluvia).
Y es que, gracias al cielo, como dicen en el libro que ahora ocupa mis horas muertas:
Se acerca el invierno.
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