El año pasado, hablando con un compañero sobre
fútbol y deporte en general y sobre que equipos nos gustaban a uno y a otro,
éste no entendía muy bien como me podía importar más un equipo de segunda
división que la selección nacional de mi país, especialmente ahora, que la
selección lo gana todo. Es difícil de explicar le dije. Y ahí acabó la cosa.
Y es que a ver cómo le explico yo, a un sudafricano
que no sabe mucho de fútbol, que el equipo que me quita el sueño, el único que
de verdad hace que me enfade o me alegre, es un equipo que jamás ha ganado un
título oficial (No me vengáis con la Intertonto). Que acaba de pasar un concurso
de acreedores. Que lleva cinco años en segunda, tres de ellos con mucha más
pena que gloria.
Que ese equipo es todo y nada. Que me va la vida en
ello o es qué es sólo fútbol. Que a veces es la dos cosas, a veces ninguna y a
veces todo lo contrario.
Cómo le explico, que en mi equipo jugó un tal
Pahíño, que aún cuando iba camino de convertirse en pichichi, su madre le
seguía metiendo comida en la maleta cuando jugaba fuera, por si acaso. Que jugó
un tal Hermidita, que tenía el pié tan pequeño que era un milagro que anduviese
sin caerse, pero que le pegaba al balón como Roberto Carlos. Que hasta tuvimos
un portero que solía comer naranjas en mitad del partido.
Cómo le explico que sé todo eso por mi abuelo, que
me llevó al estadio por primera vez hace más de 20 años. Porque mi abuelo es el
Celta. Y viceversa. Que es “Vamos a mear el miedo” antes del partido. Que es “el
año que viene no renuevo el carnet”, pero ahí lleva, 50 años de socio, ya sea
en Balaídos o en su exilio del salón de su casa, sufriendo como el que más.
Como le explico que el Celta es mi tío Pepe, que
sigue viendo los partidos sin sentarse, sólo que un poco más arriba, y no me
refiero a Río Alto, comentando el partido con su lenguaje lleno de metáforas
indescifrables con alguien que por fin le entiende. Que el Celta son mis
primos. Que es lasaña cada quince días.
Cómo le explico que tuve la suerte de vivir la etapa
más gloriosa de este equipo, en un pasado cercano que parece que fue hace
milenios. Que durante esa época fuimos reyes de Europa y que sin embargo no
tenemos ninguna corona para demostrarlo.
Podría hablarle de los goles de Gudelj. De Mostovoi
y de Mazinho. Pero no se haría una idea completa si me olvidase de los goles
Merino de Córner. Si no le hablase de Patxi Salinas, que era y es más vigués
que Leri. Del penalti de Alejo.
Porque este equipo es mucho más de penaltis de Alejo
que de goles de Makelele a la Juventus. Mucho más de decepciones que de
alegrías. Si hasta la última vez tuvimos que ascender dos veces, porque le
quitaron una victoria en los despachos.
Me río por lo bajini cuando escucho quejarse a los del Atleti.
Y aun así, mi compañero, cuando me ve venir
sonriendo de un bar después de haber visto a duras penas un partido que a nadie
en este país le interesa, cuando me suena el móvil durante una guardia y digo,
toma, uno cero, cuando me escucha tararear fútbol de salón durante horas y horas
y me pregunta que qué pasa y le digo: Este año sí. Y el asiente. Algo sí que
entiende.
Este año el entrenador, al que he criticado y
alabado tanto como a cualquier otro, ha dicho “ellos no van a fallar, y
nosotros tampoco”. Y yo, que me he llevado cien palos y los que me quedan, voy
y me lo creo. No fallarán.
Y si fallan, nada cambiará. Porque supongo que se
tratará de algún tipo de amor y el amor es estúpido.
Pero el amor es incondicional.
Tres partidos.
Hala Celta.
Halaaaaaaaa Celtaaaaaaaaaaaaaaaaa¡¡¡
ResponderEliminarhala celta pero nada de españa eh? españa da mucho asco y a la mayor parte de los celtistas no nos representa,hala celta y viva la SELECCION GALLEGA,españa nunca!!!
ResponderEliminarQue bien escribe este optimista , ojala disfrutemos con el ascenso .
ResponderEliminarOjalá
ResponderEliminar♪♪viaxe polo mundo enteiro ,viaxes botafumeiro ♪♪♪
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