La tripulación de nuestro barco ha tenido algunas nuevas
incorporaciones este año para sustituir a la gente que se ha marchado. No
muchas la verdad, lo cual se agradece. No es bueno cambiar lo que funciona
bien.
Las primeras en llegar fueron las dos nuevas chicas.
Una sudafricana (empiezan a ser una plaga a bordo) y una polaco-inglesa. Si tuviera que jugarme los cigarrillos a
quien llorará primero y pedirá la cuenta, apostaría todo a la inglesa.
Demasiado cuidadosa, demasiado pausada, demasiado lenta, demasiado delicada.
El siguiente en llegar fue un nuevo marinero para
sustituir al que tuvo el desgraciado accidente. Otro inglés. Encajó muy bien
desde el principio. Simpático y trabajador. Por desgracia se ha tenido que
volver a casa por un problema personal y no sabemos si volverá. Todos esperamos
que lo haga, sobre todo porque cuando restas un tripulante, el trabajo se
multiplica para los que quedan. Esta es una de las razones por las que no estoy
escribiendo muy a menudo últimamente.
El último fichaje ha sido el segundo de máquinas. Es
de Montenegro, como todo su departamento. Se llama Dalibor. Si ese no es un
nombre de la Tierra Media que baje Sauron y lo vea. Acostumbrado a los
cargueros, dice que esto es el paraíso. Es gracioso verlo pasear por la zona de
tripulación con unos pantalones cortos de rayas sospechosamente parecidos a
unos calzoncillos.
Y de momento esto es todo. Mañana dejaremos a los
dueños en Atenas y esperamos no verlos en unos días. El otro día debieron de
leer algo de este blog (No todo porque ya estaría despedido). Me quejaba de que
siempre visitábamos las mismas islas pero parece que eso va a cambiar.
15 de Junio Santorini.
Preparen sus burros.
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