Resulta que la chica inglesa que se marchó el otro
día nos dejó un regalito para toda la tripulación. Pero mejor empiezo por el
principio. Atención: Este relato puede contener descripciones escatológicas y/o
desagradables. Trataré de evitarlas con agudas y elaboradas metáforas. O no.
La chica en cuestión llegó a bordo con no muy buena
cara y tosiendo más de lo normal. Un resfriado dijo. Todos la creímos. A los
pocos días empezó a quejarse de que tenía dolores cada vez más frecuentes en el
bajo vientre. Al final el capitán le dio permiso para ir al médico. Infección
de orina fue el primer diagnóstico.
A todo esto sus dos compañeras de camarote ya se
habían quejado de cierta falta de higiene de la susodicha. No lavarse las manos
después de ir al baño tiene cierto pase, pero (arrepíos me da de imaginármelo)
un poso de dos dedos de profundidad en el vaso del cepillo de dientes de pura y
asquerosa saliva… En fin.
Los dolores no sólo continuaron si no que
empeoraron. Después de la tercera consulta al médico, ciertas pruebas y una
factura al barco de más de 400 euros dieron con el problema. La pobre tenía una
bacteria en “la fábrica de muchachos” como dirían los hermanos Carrión, lo que
le causó una vaginitis aguda.
Cuando una de sus compañeras vio el informe del
médico decidió buscar el nombre de la bacteria en Google, por si acaso, y ahí
se desató el pánico. Niños: nunca busquéis cosas relacionadas con enfermedades
en Google. Un simple dolor de cabeza puede ser síntoma de tumor cerebral para
cualquiera medianamente hipocondríaco.
Resulta que la bacteria, llamada Ureaplasma
urealyticum, es peor que el diablo. Su cepa más común es la T960. El Terminator
enviado para acabar con Sarah Connor era el T800 y ya era bastante jodido así
que figúrate tú. Se propaga más rápido y más fácilmente que la estupidez o el
pánico. Puede provocar hasta abortos, infertilidad e incluso divorcios, ya que
haber como le explicas a tu pareja que tienes una bacteria que el 90 por cien
de las veces se transmite por vía sexual porque conviviste por un tiempo con
una hija de la Gran Bretaña no muy aseada. Y así las páginas web continúan hasta
el infinito.
Total, que sus ya ex compañeras de camarote se
alarmaron sobremanera. Llamad a al Doctor House. A la teniente Ripley. A los
Cazafantasmas. Se despidieron de ella mandándole los besos por el aire y
enfundándose los guantes de goma para una desinfección a fondo del camarote.
Las chicas aseguran que ella sabía antes de venir
que tenía esa enfermedad. Si así fuera no es ninguna broma ya que aparte del
contagio a la tripulación podrían habernos puesto en cuarentena el barco por
una temporada, creándole al armador un problema serio. A lo mejor no sabía nada
y fue simple mala suerte, ya que nadie elije estar enfermo.
Lo que sí está claro es mientras algunos tripulantes
se tomaron el asunto muy en serio, algunos otros y yo pasamos un muy buen rato
haciendo mil bromas sobre el asunto.
Al fin y al cabo, el tratamiento simplemente
consiste en tomar antibióticos específicos durante 28 días.
Y, que carallo, lo que no mata engorda.
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