domingo, 20 de mayo de 2012

Pánico bacteriológico


Resulta que la chica inglesa que se marchó el otro día nos dejó un regalito para toda la tripulación. Pero mejor empiezo por el principio. Atención: Este relato puede contener descripciones escatológicas y/o desagradables. Trataré de evitarlas con agudas y elaboradas metáforas. O no.

La chica en cuestión llegó a bordo con no muy buena cara y tosiendo más de lo normal. Un resfriado dijo. Todos la creímos. A los pocos días empezó a quejarse de que tenía dolores cada vez más frecuentes en el bajo vientre. Al final el capitán le dio permiso para ir al médico. Infección de orina fue el primer diagnóstico.

A todo esto sus dos compañeras de camarote ya se habían quejado de cierta falta de higiene de la susodicha. No lavarse las manos después de ir al baño tiene cierto pase, pero (arrepíos me da de imaginármelo) un poso de dos dedos de profundidad en el vaso del cepillo de dientes de pura y asquerosa saliva… En fin.

Los dolores no sólo continuaron si no que empeoraron. Después de la tercera consulta al médico, ciertas pruebas y una factura al barco de más de 400 euros dieron con el problema. La pobre tenía una bacteria en “la fábrica de muchachos” como dirían los hermanos Carrión, lo que le causó una vaginitis aguda.

Cuando una de sus compañeras vio el informe del médico decidió buscar el nombre de la bacteria en Google, por si acaso, y ahí se desató el pánico. Niños: nunca busquéis cosas relacionadas con enfermedades en Google. Un simple dolor de cabeza puede ser síntoma de tumor cerebral para cualquiera medianamente hipocondríaco.

Resulta que la bacteria, llamada Ureaplasma urealyticum, es peor que el diablo. Su cepa más común es la T960. El Terminator enviado para acabar con Sarah Connor era el T800 y ya era bastante jodido así que figúrate tú. Se propaga más rápido y más fácilmente que la estupidez o el pánico. Puede provocar hasta abortos, infertilidad e incluso divorcios, ya que haber como le explicas a tu pareja que tienes una bacteria que el 90 por cien de las veces se transmite por vía sexual porque conviviste por un tiempo con una hija de la Gran Bretaña no muy aseada. Y así las páginas web continúan hasta el infinito.

Total, que sus ya ex compañeras de camarote se alarmaron sobremanera. Llamad a al Doctor House. A la teniente Ripley. A los Cazafantasmas. Se despidieron de ella mandándole los besos por el aire y enfundándose los guantes de goma para una desinfección a fondo del camarote.

Las chicas aseguran que ella sabía antes de venir que tenía esa enfermedad. Si así fuera no es ninguna broma ya que aparte del contagio a la tripulación podrían habernos puesto en cuarentena el barco por una temporada, creándole al armador un problema serio. A lo mejor no sabía nada y fue simple mala suerte, ya que nadie elije estar enfermo.

Lo que sí está claro es mientras algunos tripulantes se tomaron el asunto muy en serio, algunos otros y yo pasamos un muy buen rato haciendo mil bromas sobre el asunto.
Al fin y al cabo, el tratamiento simplemente consiste en tomar antibióticos específicos durante 28 días.

Y, que carallo, lo que no mata engorda.

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