Hicimos una parada en la travesía para darnos un
baño en las cristalinas pero demasiado calientes aguas de la isla de Ponza.
Dicha parada coincidió casi plenamente con mis horas de guardia, lo que la
convirtió en doblemente buena. También aprovechamos para cambiar la hora.
Continuamos. Cuando entré en el puente más tarde
para comenzar mi guardia nocturna el capitán me informó que nos esperaría mal
tiempo al norte de Elba. Las últimas horas del viaje iban a ser moviditas.
La guardia me pasó sorprendentemente rápido. Unos
cuantos pesqueros cruzándose en el momento más inoportuno hicieron que por lo
menos tuviéramos algo con lo que entretenernos. También contribuyó el hecho de
que mi compañero tuviera la noche habladora.
Y el hecho de encontrarme con un dato curioso. Estábamos
pasando entre la costa italiana y la isla de Elba cuando me fijé en que en la
carta ponía “anomalía magnética local” en esa zona. ¿Una anomalía magnética
local precisamente en la isla dónde Napoleón fue exiliado? ¿Coincidencia?
Probablemente. Pero uno que de historia sabe poco pero que imaginación le sobra,
que ha visto Cuarto milenio unas tres veces y que fue fan declarado de la serie
“Perdidos” hasta cuando a los guionistas se les fue de las manos,
empieza a elucubrar un millar de historias. ¿Para cuándo la película? ¿Acaso no
han hecho Abraham Lincoln caza vampiros? Que poca visión comercial tienen
algunos.
Al final el mal tiempo nos tocó, pero sólo de
refilón. Un par de mareos y poco más. Ya estábamos amarrados cuando vimos el
aviso de temporal fuerza ocho para esta noche. Justo a tiempo. Los temporales,
mejor en puerto.
Ha estado muy bien navegar de nuevo.
Siguiente viaje…
Me alegro que hayas disfrutado del poco tiempo pasado en la tierriña.
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