sábado, 21 de julio de 2012

Paseando por Génova


Ayer hice una retirada a tiempo de la fiesta, lo que hoy me permitió levantarme suficientemente fresco como para ir a dar una vuelta por esta pintoresca ciudad.

Nada más salir me encontré en el primer bar a algunos compañeros curándose la resaca como mejor saben. Rechacé amablemente su invitación a sentarme con ellos y seguí mi camino. De lejos pude oír a sus hígados pidiendo clemencia.

Pasé la zona del puerto dónde se escucha más español que italiano debido a los cientos de inmigrantes latinoamericanos y subí por la zona vieja hasta Vía Septembro. Ya había comido en el barco, así que esta vez me salté las paradas de la heladería y el sitio de los kebabs. Un paseo agradable entre puestos callejeros dónde se puede encontrar desde frutas y hortalizas hasta antigüedades. Y libros. Miles de libros.

Llegué al Fnac. La excusa era comprarme unos nuevos auriculares. La realidad es que me puedo pasar horas curioseando en esas tiendas. Estaba viendo los juegos de ordenador cuando uno de ellos me llamó la atención: Un simulador de chatarrerías. Iba a echarle un vistazo por detrás para ver como narices me podrían vender que gestionar una chatarrería es lo más interesante del mundo cuando vi la madre de todos los simuladores: Garbage Truck Simulator.

La órdiga. Ahora sí que sí. Manolito, ¿tú qué quieres para tu cumple el Fifa 13 o un simulador de camiones de basura?  Lo de la chatarrería ya no parecía tan malo. ¿Cómo van a convencer a alguien de que recoger mierda es divertido? ¿En qué coño estaban pensando los desarrolladores de esa compañía? Hubiese pagado por estar en esa reunión dónde a un iluminado se le ocurrió la idea.

Pero a lo mejor no está tan mal. Puede que hayan contratado a un guionista y a un locutor del Discovery Channel de manera que te narren el juego.”Es una madrugada tranquila en Ciudad Capital, ¡pero de repente, los basureros se encuentran un contenedor tirado por el viento! Los muchachos se ponen en acción…”

También puede que el juego esté ambientado en Nápoles y sea de estrategia y puedas escoger jugar con la mafia, el ayuntamiento o los vecinos cabreados. Nunca se sabe.

Volvía ya para el barco barrenando en estas tonterías cuando vi un cartel enorme que anunciaba un evento de teatro y judo en el palacio ducal. Lo leí un par de veces para asegurarme de que no me había afectado el sol. Ser o no ser… ¡kiá! ¡Ippón! Como me gusta esta ciudad.

Volví a bordo después de saludar de nuevo a los compañeros del bar. A esas alturas sus hígados ya se habían resignado a su fatal destino.

Fue una tarde entretenida.

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