A uno de los
pájaros que vimos ayer le gustamos tanto que se ha quedado con nosotros. Y
claro como el barco es blanco y hay agua por todos los lados, es entendible que
nos confundiese con un wáter gigante.
Por la
mañana tuvimos que cambiar una de las luces de navegación de popa, lo cual vino
bien para romper un poco la rutina. La verdad es que ni averías pequeñas hemos
tenido. Lo cual se agradece. Mejor aburrido que estresado.
Cuando por
la tarde llegué al puente para empezar mi guardia resulta que más de la mitad
de la tripulación estaba allí. El capitán estaba jugando con el segundo oficial
al ajedrez y parece que eso despertó la atención de todos. Menos mal que se
fueron todos pronto. Me gustan las guardias tranquilas y el puente vacío.
Todo el
mundo está empezando a hacer planes para cuando lleguemos. Seguramente mañana
iremos todos de cena. Aunque no me parece mala idea, tengo ciertas ganas de
perder a todos de vista. Pero habrá tiempo para todo.
Cuando nos
fuimos a dormir quedaban solamente 200 millas para llegar a nuestro destino.
Mañana al
medio día habremos llegado.
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