Ayer fui testigo de una de esas cosas graciosas que a veces uno se encuentra en este mundillo. Una discusión, muy moderada y educada por supuesto. El tema los yates, concretamente el alquiler de éstos. Por un lado La Suegra, que como es italiana (lo que explica algunas cosas) a partir de ahora la llamaré La Mamma, una señora que sabe tanto de yates como yo de energía eólica. Por otro nuestro capitán. Un tío de 61 años que lleva tanto tiempo en la mar que, como se suele decir, le cuelgan percebes de los cojones. ¿Quién creéis que ganó la discusión?
Pues la Mamma evidentemente. El capitán tuvo que hacer una retirada a tiempo, que en estos casos es siempre una victoria.
He vivido personalmente alguna de estas situaciones. En una ocasión el dueño de cierto barco me discutía que el yate “Samurai one” no había sido fabricado en Vigo, cuando yo conocía a gente que había participado en su construcción, gente que formó parte de su tripulación y, coño, es que lo había visto en el propio astillero.
Pero mi preferida fue cuando alguien le preguntó al mismo armador que de qué país era cierta bandera (rayas azules y blancas y un león rojo en medio). “De Alemania” contestó él muy seguro. Tonto de mí que se me ocurrió intervenir diciendo que perdone señor pero creo que esa es de Luxemburgo. A lo que él me respondió: “¿No ves el león rojo? ¿Sí? Pues entonces es de Alemania”. Y no se fumó un puro porque no lo llevaba encima.
En estos casos, para no desencadenar una discusión que no te va a llevar a ningún lado más que a un posible despido, yo siempre suelo responder lo mismo:
“Tiene usted razón, estaré yo equivocado”.
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