¿Te gusta viajar? Pues toma siete tazas. O tres aviones mejor, con sus tres aeropuertos en tres países distintos.
De Vigo a Madrid normal. Siempre con la desconfianza de viajar con Iberia y con los nervios de no saber muy bien que se va a encontrar uno al final del día, en los que vas a conocer no sólo a tus nuevos compañeros de trabajo, sino a tu nueva familia y tu nueva casa para los próximos meses. Aún así mi narcolepsia aérea si hizo notar a los pocos minutos y sólo pudo despertarme el comandante diciendo que aterrizaríamos en breve.
Ya en la cola de Barajas para facturar de nuevo la maleta comprobé que la única palabra que conocía de griego, calimera, era correcta. Buenos días = Calimera. Fácil. Lástima que todo lo demás sea mucho más confuso. Para empezar “sí” se dice “ne” que parece que están negando con desgana y “buenas tardes” suena como “espérase” lo que si están entrando en un avión con una cola enorme detrás de ti puede hacer que te ganes un empujón si por un casual te piensas que la azafata es española y te está pidiendo que esperes. También aprendí a decir “por favor” que se dice “paracaló” aunque haga frío.
Mis 45 minutos en Grecia no dieron para mucho y después de un sprint para llegar a tiempo a embarcar de nuevo me dirigía al destino final: Chipre. Allí me recogió el segundo oficial, al que enseguida le reconocí el acento escocés gracias a todos los videos de un tal Billy Connelly que cierto neozelandés me hizo tragar.
Esperamos por una de las chicas nuevas que también embarcaba hoy y tras media hora de conducción por el carril izquierdo llegamos al barco. Del que ya os hablaré otro día.
Ya estaba en Chipre. A ver como se presenta la temporada.
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