Otro fin de semana, otro viajecito. Esta vez hacia el otro lado de la isla. Cogimos la autovía en dirección Paphos y en la entrada de la ciudad nos desviamos hacia el norte por una carretera de montaña. Después de atravesar un río que cruzaba la carretera (o viceversa) con el Micra en modo Canyonero, llegamos a un pueblo llamado Latsi, pesquero y turístico.
Allí comimos la especialidad de la zona, “meze” de pescado. Viene a ser algo así como una parrillada de peixe con pulpo, calamares y ensalada griega para acompañar. No estuvo mal, pero un pelín cara.
Con el estómago lleno volvimos a ponernos en marcha hacia el noroeste para alcanzar el que era nuestro destino principal: El Parque Natural de la Península de Akamas.
Allí dimos un buen paseo por un bosque mediterráneo espectacular, con vistas al mar todo el rato. En medio de este paseo paramos para admirar el “Baño de Afrodita”, una bonita poza donde supuestamente se bañó la diosa y que ahora está custodiada por una anguila larga como mi… antebrazo.
Ya de vuelta paramos en un par de sitios para ver unas cuevas y un carguero que encalló en las piedras no hace mucho. También apuntamos “Los baños de Adonis” para una próxima visita.
Llegamos con el tiempo justo a un centro comercial abarrotado de preadolescentes alborotados (San Herodes, ¿Dónde estás cuando te necesito?) para ver el partido del Celta. Menos mal que cuando José Tomás le dio la puntilla al Valladolid ya no quedaba mucha gente a nuestro alrededor, porque gritamos como energúmenos.
Fue el final perfecto, de un día estupendo.
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