Grecia tiene más de mil islas, pero por alguna
extraña razón, yo lo atribuyo a cierto grado de autismo de nuestro armador que
le induce a mantener estrictas rutinas para no perder más la cabeza, nosotros solemos
estar sólo en dos o tres de ellas.
Por eso ayer fue una gran satisfacción atracar en
Hydra y ver un paisaje distinto. Hydra, o Idrha o cualquier otra combinación de
esas cinco letras que parece ser válida para escribir su nombre, es un
pintoresco pueblo situado en la isla del mismo nombre, que está al sur del mar
Saróniko.
No tiene apenas carreteras y tampoco las necesita,
ya que no hay coches o motos para utilizarlas. El medio de transporte más común
es el burro. Typical Greek.
En España, un pueblo para ser pueblo tiene que tener
una iglesia y un bar. La iglesia no es siempre imprescindible. En Grecia, lo
imprescindible parece ser una torre con un reloj.
Atracamos allí cuando el sol se ponía y después de
que el último ferry del día nos dejase hueco. Mientras estaba en la pasarela
cubriendo la guardia de uno de los marineros, un pulpo asomó por el muro del
muelle para decir hola. Lástima que estaba con el uniforme de gala, si no ese
pulpo estaría ahora en el congelador esperando un baño muy caliente.
A la mañana siguiente, temprano, soltamos amarras y
nos dirigimos a nuestra querida Poros. Ni media hora después de parar los motores
estábamos tomándonos un café en Asteria. Gratis.
Si es que puestos a repetir isla, no hay mejor que
esta.
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