lunes, 19 de noviembre de 2018

El mensaje casual


Un día después de amarrar en Valencia recibí un mensaje de WhatsApp de un número que no tenía en mis contactos.  Veo en la foto pequeñita de perfil a una señora con dos niñas que no conozco. El mensaje es un enlace publicitario de champú L´Oreal.

Un par de días más tarde, no sé muy bien por qué, abro dicho mensaje con intenciones de borrarlo o bloquear a la señora publicista. Ya sólo falta que hasta metan publicidad en el WhatsApp (Tiemo al tiempo), además yo el champú lo gasto a cuentagotas y soy más de HS.

Y en esto que me fijo de nuevo en la señora y pienso: No puede ser. Me cago en la leche, Merche. ¡Es Paqui! La cocinera. Paqui la que se fumaba tres cajetas al día y una de mentolados de postre. La del arroz al horno y la fideuá que te mueres. Paqui la de “A mi Rita que no me la toquen”. Paqui la que fue mi compañera de trabajo y madre a ratos. Paqui la de Valencia.

¿Qué probabilidades hay de que una persona con la que he no he tenido ningún tipo de contacto en once años me mande un mensaje justo el día después de que llegue a la ciudad donde trabajé con ella? ¿Casualidad? No lo creo ¿Brujería? Probablemente ¿Nos espían las grandes empresas de telecomunicaciones? Dalo por hecho.

Total que al final contacté con mi ex compañera y quedaremos para tomar un café la próxima vez que se acerque por la zona.

Porque uno no cree en señales cósmicas, alineaciones de estrellas y  destinos escritos. Pero tampoco es plan de llevarle la contraria al Universo así por las buenas.

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