martes, 4 de septiembre de 2012

Nápoles


Al final tuvimos que venir a Nápoles casi una semana antes de lo previsto. Segunda vez que pusimos el barco en el dique seco este año. Nada bueno. Por suerte en un par de días todo se solucionó y volvimos al agua este domingo pasado.

Del astillero en sí poco que decir. Me esperaba lo típico de Italia en estos casos: Mucho “domani” y “piano, piano”. Pero como nos recordó un técnico que vino de Livorno: “Esto no es Italia, es Napoli”. Aunque supiera decir en perfecto italiano “prevención de riesgos laborales” creo que no tendrían ni idea de lo que les estaría hablando.

El agua que rodea cualquier astillero en general no suele ser famosa por su limpieza, pero preferiría beber litro y medio de agua al lado de Barreras en Vigo que tocar con el dedo índice el agua al lado de Palumbo en Nápoles.

Nada más salir del astillero y con la excusa de que teníamos que darle un poco de caña al barco para asegurarnos de que todo estaba en condiciones, nos dirigimos a la cercana isla de Capri, donde el agua tiene el color del agua. Era la segunda vez que iba a estar fondeado al lado de la isla y esta vez iba a tener tiempo para una pequeña visita a tierra. Por desgracia se levantó mucho viento por la noche y a la mañana siguiente partimos de nuevo hacia la ciudad donde dicen que nació la pizza. Otra vez será.

Y es que menuda coña con el tiempo. Fue llegar septiembre y con él el invierno de repente. Lo bueno es que el sábado por la noche disfrutamos del espectáculo aterrador de ver una tremenda tormenta eléctrica al lado del Vesubio. Apocalíptico. Si el fin del mundo va a ser algo así, me pido butaca en primera fila.

Por lo demás, seguimos con los preparativos para el chárter. Sabemos que acabaremos el día 18, pero no a dónde iremos después. Y es que Puerto Amargura puede que no vuelva a ser nuestro puerto base para el invierno.

Debería estar contento, pero hay puertos peores.

Aún así, crisistunidad.

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