sábado, 8 de septiembre de 2012

Preparando el chárter


Y por fin llegó. El chárter que llevábamos esperando toda la temporada y cuyo fin marcará también el fin de dicha temporada. Esta última semana ha sido la de los preparativos finales. Ya que los invitados van a pagar por estos diez días lo que un trabajador normal gana en media vida, el barco debe estar impoluto.

Y no todo es limpiar. También hay otros preparativos como rellenar todas las garrafas de gasolina para las motos de agua y las lanchas (a dos euros exactos el litro), instalar dispositivos de seguridad para que niños pequeños no se caigan por las escaleras, papeleo, conseguir determinadas cosas para los invitados…  La verdad es que el tiempo ha pasado volando.

Cuando estamos en nuestro puerto base o en Atenas, donde pasamos la mayoría del tiempo y conocemos los alrededores, somos los propios miembros de la tripulación los que salimos a conseguir determinadas cosas. Pero como es imposible conocerte todos los puertos del Mediterráneo, cuando estamos por ahí solemos trabajar con agencias especializadas.

Estas agencias funcionan facilitándote de todo a cambio de una tarifa diaria y unas comisiones abusivas. Hasta el momento, con la que trabajamos en Nápoles ha resultado ser la mejor con diferencia. Les pedí si me podían conseguir: Dos láminas de madera de contrachapado. A la mañana siguiente las tenía y a un precio once veces más barato del que nos pedían en el astillero (estafadores). Dos banderas de cortesía de Italia. Esto era fácil y no fallaron. Y justo el día antes les pedí si me podían conseguir dos donuts inflables de esos que los atas a la lancha con un cabo y pones a la gente a botar en ellos. A la media hora los tenía a bordo. Les pregunté que cómo era posible que consiguieran todo y tan rápido a lo que me respondieron: “Es que no sólo somos una agencia”. Considerando que estamos en Nápoles me imagino que más pueden ser. Dicha palabra flota alrededor de todo en esta ciudad pero, al igual que en “El Padrino”, no se menciona.

Total que el barco estuvo brillante y listo para recibir a los invitados a tiempo.

Y justo cuando esperábamos por ellos con nuestras mejores galas pudimos observar una de esas cosas que alegran el día a cualquiera y le dan una nueva dimensión al significado de ironía: Un camión destartalado, que un día fue rojo pero que ahora tenía un color como el de la mezcla de todas las plastilinas con un italiano barrigudo y moreno al volante. Y en el morro (del camión, no del italiano) como única cosa brillante y plateada de todo el vehículo, el símbolo de los Autobots.

Optimus Prime. 

Made in Napoli.

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