jueves, 11 de octubre de 2012

Uno de esos días



Llegué al barco y tenía un millón de cosas que hacer. Pero la verdad es que prefiero eso a la inactividad. Hace que la jornada pase más rápido. Justo antes de ir a desayunar el capitán me da un papel con los detalles de mi vuelo a Vigo. Miro el papel. Miro el calendario. En ese momento ni dándome  una patada en los cojones me borrarían la sonrisa.

Bajo a desayunar. No soy el único que ha recibido un papel como ese así que el buen humor reina a bordo. Alguien tira un plato al suelo y todos aplaudimos la torpeza. Me clavo un trozo de dicho plato en el pie cuando ayudo a recoger. El día anterior me hice un buen corte con una bandeja para el horno rota. Si la Asociación de Vajilla Rebelde y Afilada (AVRA) se cree que podrá conmigo la tiene clara. Hoy no.

Vuelta al trabajo. Toca corregir cartas náuticas. Como la música ya lleva sonando un rato en mi cabeza decido que la escuche más gente y subo al puente el mp3 y los altavoces. Corrijo boyas, luces y profundidades lo mismo a ritmo de Sabina que de Shakira. De los Rollings o de Bustamante. Descubro que Lavezzi es el nombre de unas islas además del de un buen delantero. Algo nuevo aprendido. Aunque el día se torciese del todo a partir de ese momento al menos me quedaría eso.

Y el día sí que intenta torcerse. Al menos meteorológicamente hablando. Aun así a las cuatro en punto salgo del trabajo como Pedro Picapiedra. ¿Cómo no voy a salir así de contento si en casa me espera mi mujer que le pega cien vueltas a la estrecha de Wilma? Cuando llego la beso y la abrazo. El cielo está ya completamente nublado y amenaza con llover, pero al mal tiempo chapuzón en la piscina.

Volvemos a casa y, aprovechando que el wifi también tiene un buen día, a  Andrea se le ocurre que veamos, al fin, un video que dice que es muy bueno sobre el optimismo. (http://www.youtube.com/watch?v=zK4sB_rWhF8, bueno no, mejor). Así que lo hacemos. Dale dos litros de café y azúcar a un niño hiperactivo. Dale cerillas a un pirómano. Así acabé yo después de ver el video.

Uno ya tenía la sospecha sobre algunas cosas, pero que un tío que sabe del tema te las confirme, algunas, palabra por palabra, sube la moral a la estratosfera.

Cuando terminamos de verlo cayó una tormenta increíble. Un espectáculo de rayos y lluvia. Y después ese olor como a piscina, a lluvia de verano, lo inundó todo. Salimos después del chaparrón a cenar una parrillada típica chipriota. Aquí son todos unos malakas, pero joder si le tienen el punto a al kebab.

Volvimos a casa para seguir con nuestro ciclo de pelis de Indiana Jones de esta semana. Y luego a dormir. Pensando en que hay días que deberían durar 26 horas.

No veo ninguna razón para que mañana no sea igual mejor.


Ya me aseguraré de ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario