Ya estamos en Grecia. Después de cambiar de mar ayer cambiamos de bandera, de país y hasta de hora. Estamos en Argostolis, puerto y pueblo de la isla de Kefalonia. Que vaya nombre por cierto.
Lo siento señora, pero me temo que su hijo tiene Kefalonia. ¿Está seguro Doctor? ¿Kefalonia? ¿Por qué? ¿POR QUÉ? La verdad es que a ver si los médicos aprenden a ponerles nombres como Dios manda a las enfermedades. Autoinmune me suena a un superpoder que podría tener Lobezno y todo el mundo sabe que Lupus es un ingrediente de la cerveza ¿No? Pero ¿Kefalonia?, agüita. Hace que la malaria parezca un catarro.
Pero a lo que iba (empiezo a notar la falta de sueño de estos días de navegación). Argostolis no parece mal sitio. Desde lejos la isla parece árida pero cuando te adentras en una especie de ría y giras 90 grados a estribor te encuentras con un paisaje de lo más verde.
Una vez atracados vino a saludarnos una tortuga marina enorme. Todo el mundo sabe de mi debilidad por los animales con concha así que enseguida empezó a gustarme el sitio. Para completar la bienvenida empezó a soplar una ligera brisa que nos trajo un agradable olor a pino y mar. Mi combinación de olores preferida.
Por desgracia el plan es cruzar el canal de Corinto el jueves con el armador a bordo y volver a Zea Marina el lunes.
Me temo que allí no huele a pino, si no a algo mucho peor.
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