lunes, 8 de agosto de 2011

Viento y aburrimiento


Después del viaje más tonto de la historia que nos llevó a hasta Tolón, a la mañana siguiente salimos temprano hacia Saint Tropez de nuevo sin que ninguno de los pasajeros pusiese un pié en tierra. Que después de haber quemado unos ocho mil euros en combustible para nada el armador venga al puente y hable de la crisis económica es una definición de ironía que debería venir en el diccionario de la RAE.

Otra vez en el mismo sitio haciendo lo mismo: nada. Sólo que esta vez aun por encima el tiempo es malo y aun va  a ser peor. En la última noche hasta garreamos unos metros, suerte que no teníamos barcos cerca porque el marinero de guardia no se enteró.

(Garrear: Cejar o ir hacia atrás arrastrando el ancla, por no haber esta hecho presa, o por haberse desprendido.)

El tiempo pasa despacio y uno se pregunta entre muchas cosas por qué esta gente insiste en estar en el barco cuando podrían estar mejor en su piso de Mónaco, dónde la televisión, única cosa que parece que usan, es mucho mejor que la que tenemos a bordo.

Toda la tripulación reza por conseguir al menos un chárter más. Hay la posibilidad de hacer uno que nos llevaría de Mónaco a Turquía durante quince días, pero el tiempo se echa encima y cada día que pasa las probabilidades se reducen. El plan B es hacer un pequeño viaje con la familia del armador por la zona de Portofino, dejarlos en Génova y volver a la maloliente y en huelgapermanente Grecia.

Agosto aún está empezando pero nuestra temporada parece que se está acabando. Si volvemos a Malakaland podemos olvidarnos de más charters.

Sólo espero que por lo menos nos quedemos en Poros en vez de en Atenas. Pero veremos que pasa.

Kalispera.

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