jueves, 27 de diciembre de 2018

Personajes (I) Francisco Antonio Mourelle de la Rúa (Primera parte)


Pues con esta persona comenzó mi reciente interés por investigar un poco sobre gente curiosa. Le doy todo el mérito al programa “Coma un allo” de la gallega. Es la mayor aportación cultural de la TVG a mi vida personal desde el Xabarín Club.

Pues este gallego nació en Corme en 1750. Ignoro si sus amigos le llamaban Fran, Paco, Toni o Mou. Hijo de una familia de pescadores, no pudo estudiar en Cádiz para guardiamarina y tuvo que contentarse con ir a la Academia de Pilotos de Ferrol, dónde se sacó el título a curso por año. Con 22 años le dijo  adiós  a la familia y cruzó el Atlántico dirección Isla de Trinidad.

Un par de años más tarde se enrola como segundo piloto en una expedición que sale desde la costa pacífica de México con el objetivo de llegar hasta el paralelo 65 Norte, Alaska, y por el camino, de paso, adelantarse a rusos y británicos creando asentamientos, cartografiando, comerciando o aniquilando indios y esas cosas de la época. Entre el escorbuto y que los indios a veces no se dejaban matar, no llegaron tan arriba pero casi.

En esa primera aventura Mourelle no sólo destacó como piloto navegando por sitios inexplorados, sino que por el camino, aparte de cartografiar, se dedicó a registrar con gran precisión un montón de datos sobre las tribus que se fueron encontrando así como de sus costumbres. Una pena que toda esta información, incluida la de una segunda expedición en la que llegaron aún más al norte, acabó (no se sabe bien cómo) en manos de los ingleses. Sería otro Capitán,  un tal James Cook, el que se llevaría la fama mundial.

En 1780 a Mourelle (ya como segundo al mando de la “Princesa”) se le encarga a ir a Manila, a hacer un recado. Cruza el Pacífico como si nada y al poco de llegar le dicen que era bromita, que mejor se vuelva para México. Él y su capitán se miraron y dijeron: “Mira, no es por no ir, pero es Noviembre y como no pongamos a los marineros a soplar a las velas, no llegamos ni cuando Trump sea Presidente”.

Pero como eran unos mandados y unos marinos cojonudos, allá fueron. Sólo que tiraron por dónde soplaba algo de brisa, que era mucho más al sur que las rutas normales. Allí llegaron a islas dónde ningún europeo había estado antes, como las Vavau en Tonga o parte de las Islas Salomón.

Nos da una idea de que el viaje no fue precisamente “Vacaciones en el mar” los nombres que le pusieron a los sitios descubiertos: “Isla de la Amargura”, “Consolación” o “Puerto Refugio” que aun se llama así. Otra vez Mourelle se curró un diario detalladísimo que le valió un ascenso.

Después de más de veinte años navegando por todo el globo, vuelve a A Coruña. Allí apenas le da tiempo a comerse una tapa de pulpo y saludar a los vecinos cuando empieza su carrera como marino militar.

Eso, otro día.

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