domingo, 30 de octubre de 2022

Hablemos de planchar

 Le llaman el “Laundry Master” porque el “Dugeon Master” o “El amo del calabozo” ya estaban cogido, y “El Señor de los calzoncillos” no sonaba muy bien. Es el tripulante que trabaja en la lavandería del barco y es una pasada de tío.

Como todos los filipinos con los que he trabajado tiene un nombre en el pasaporte pero se hace llamar por otro, porque los filipinos son como los de Bilbao y se llaman como les sale de los cojones.

Verlo trabajar no es nada espectacular. Da igual a la hora que vayas a sus dominios, él estará allí, planchando un poco encorvado. Sin prisas. Sorbiendo de su taza de té a los pocos. Con música  sólo un poco más alta que el ruido que hacen todas las lavadoras y secadoras al funcionar a la vez.

Pero a poco que parpadees o desvíes la vista, el tío ya lavó, secó, planchó, dobló y entregó en su correspondiente camarote 26 camisas, 13 pantalones cortos y una recua de trapos. Va sobrado. Si en nuestra casa planchásemos, me lo llevaría adoptado. Pero ahí está el meollo de la historia.

Si nuestra familia fuese como las casas de Juego de tronos, nuestro lema sería “Nosotros no planchamos”. Parecido al de los hijos del hierro (valga la ironía si lo traduces al inglés) pero más cutre. Si el otro día decía que las pantallas táctiles no suponen ventaja tecnológica alguna, lo de planchar es, sin duda, una de esas tradiciones que hemos heredado y que la gente se empeña en perpetuar en el tiempo pero que han perdido todo su sentido ya hace mucho.

Un lastre para nuestra sociedad y en especial para el tiempo libre. Una lucha inútil contra las leyes de la termodinámica (Creo que era la quinta ley la que decía: Toda tela arrugada tenderá a seguir arrugada) Una costumbre que todo el mundo odia, que no aporta nada y que no parece ya de este siglo. Como ir a misa los domingos o la fruta escarchada. Algo que se hace solamente porque nuestros ancestros lo hacían.

Mi más sentido pésame a aquellos que trabajan en camisa. Espero que algún día os alcéis en rebeldía y os liberéis de esta maldición impuesta.

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