martes, 4 de junio de 2013

Recluta patoso



Uno aprende lecciones para la vida donde menos se lo espera. Hace mucho tiempo, estábamos jugando al fútbol en el Campo de las Brujas cuando el mítico Leri se empeñó en enseñarnos cómo se tira un penalti. Colocó el balón, nos miró y dijo: “Lo primero de todo: El que no vale, no vale. No pasa nada. Ese puede jugar a otra cosa.” Luego siguió la parte técnica del lanzamiento, pero yo ya me había quedado con lo fundamental de la lección.

Este año tenemos una chica trabajando a bordo. No sé que se le dará bien, pero desde luego no es trabajar en un barco. Quizás toque el piano o la flauta travesera o sea un hacha haciendo crucigramas. Ni lo sé ni me importa, pero esto no es lo suyo. No es que no sea buena azafata, es que no es azafata. Ni camarera.

En menos de dos semanas ya había conseguido pelearse con su compañera de camarote. Supongo que sería por eso que decidió buscarse otro sitio para dormir en el camarote de al lado. Pese a haber camas libres eligió una ya ocupada por un marinero, pero a ninguno de los dos pareció importarle compartirla.

Si una camarera rompe un vaso en un bar, pues bueno, es algo que pasa. Si rompe varios de golpe habrá que empezar a sospechar que igual no se le da muy bien eso. Esta chica hizo el más difícil todavía: Siete vasos. De una patada. Cada vaso cuesta 120 euros.

Pero podría ser que simplemente fuese un poco mucho torpe, pero que atendiese bien a los invitados. Tampoco. Entre otras cosas, cada vez que le piden algo levanta el pulgar en plan okey makey. Creemos que se debe a que en los pubs londinenses donde solía trabajar la música suele estar bastante alta y hay que comunicarse por gestos.

Y no es sólo que su torpeza le salga cara al barco (los vasos no han sido sus únicas víctimas) sino que es hasta peligrosa. Este último fin de semana, realizando la peligrosa tarea de sacar la basura, tropezó no se sabe muy bien como, se cayó y se lastimó la rodilla. Algo que también le podría pasar a cualquiera.

Pero cuando tienes destreza -5 y fallas la tirada de salvación resulta que tu rodilla se golpea contra un bordillo roto y el resultado son cinco puntos internos y trece externos. Dieciocho. Y tiro y me como un bizcocho.

Así que ahí la tenemos ahora. Reposando su rodilla en el camarote mientras el resto trabaja. Claro que sus compañeras ya deben estar acostumbradas, porque por supuesto se marea cuando el barco coge un poco de mala mar.

Aunque visto lo visto, casi mejor. Todos nos sentimos más seguros.

A ver si se va pronto a jugar a otra cosa.

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