Como habréis notado las publicaciones del blog se están reduciendo bastante y esto es debido a que ahora mismo y hasta el día 11 tenemos invitados a bordo que han alquilado el barco, con lo que la carga de trabajo ha aumentado un mil por cien.
Se trata de un grupo de 19 norteamericanos, la mayoría de California, de edades comprendidas entre 18 y 81 años. Son gente muy amable y agradecida. Además me hace gracia esa actitud tan americana de gritar ¡Wuuuu! Cada vez que pasa cualquier cosa ya sea que una manada de delfines está saltando a proa, lo que puedo entender, o que el ancla está a bordo y estamos listos para partir, lo que ya no entiendo tanto.
Y hablando de mamíferos acuáticos, hoy vimos dos ballenas enormes tan cerca del barco que si no hubiésemos desviado el rumbo en el último segundo ahora mismo nos estaría persiguiendo Greenpeace por ballesinato en primer grado. Espectacular.
Por lo demás la cosa está yendo bastante bien. En Mónaco tuve la oportunidad de vivir lo que se siente al ir a comprar caviar de 200 euros al Carrefour, que debe ser parecido a ir a comprar un Porsche a Desguaces Gil. El bueno, de más de 500 euros la latita, lo compré en la tienda adecuada, una de delicatesen. Pude probarlo más tarde y os aseguro que prefiero el sucedáneo de caviar sueco en tubo.
También, gracias a la boda real, pudimos disfrutar de un concierto y unos fuegos artificiales de lo más agradable.
La única pega que le pongo a este chárter es que por desgracia de once sitios distintos a los que iremos ya he visitado diez de ellos. Todos excepto San Remo. Lo bueno es que podré volver a Portofino, personalmente, uno de los puertos más bonitos y entrañables de todo el Mediterráneo. Y a Génova, una ciudad que me encantó y en la que, con un poco de suerte, podré volver a ver a unos ex compañeros de aventuras.
Así que más os vale seguir leyendo fieles lectores porque esto no ha hecho más que empezar.
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