Conozco a poca gente más optimista que yo, pero el optimismo y la fuerza de voluntad para que las cosas salgan bien no son las fuerzas más poderosas del universo. Y desde luego no tienen nada que hacer contra la poderosa y omnipresente Ley de Murphy.
Esta dice en uno de sus corolarios que “si algo empieza bien acabará mal” y en el siguiente “si algo empieza mal acabará de puta pena”. Bueno puede que el libro no diga tacos, pero la idea es esa.
A un par de horas de que empiece el segundo chárter de la temporada las sensaciones no podían ser peores. Hemos tenido pequeños problemas con los invitados y la agencia desde hace una semana. Que si no llegaba el dinero que tienen que dar por adelantado, que si dónde dije que eran 16 ahora resulta que son 23 y un larguísimo etc.
Aparte de que ni siquiera tenemos un itinerario confirmado o una lista de pasajeros como Dios manda. Y son medio rusos, algunos de ellos, de hecho, rusos enteros.
Para que la diversión sea completa, una de nuestras azafatas, la más experimentada y que conoce mejor el barco, lleva dos días en cama con una gripe tremenda y ya hay otra chica que está sintiendo los primeros síntomas de resfriado.
Para rizar el rizo, hoy el parte meteorológico anuncia fuerza 7-8 para esta zona y mar gruesa a muy gruesa, que traducido a los invitados y las chicas de interiores se puede traducir por vómitos y más vómitos y mareo constante.
Así que en definitiva nos esperan siete días de lo más interesante. Aún así me voy a permitir ser optimista dentro del pesimismo que reina hoy a bordo y despedirme con otra cita del famoso libro:
“Sonría, mañana puede ser peor.”
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