domingo, 5 de febrero de 2023

El partido de la temporada

 

Nota: Esto lo escribí hace un par de semanas, igual que la entrada anterior. Pero por diferentes motivos no lo puede subir hasta ahora.

Recientemente, alguien a quien quiero mucho aunque no lo demuestre ni un poco, me dijo que estaba leyendo este blog. Entradas antiguas y así. Haces muchas referencias al Celta, me dijo.

Y sí, es verdad. Y aviso a navegantes, aquí viene otra. Y es de esas en las que me pongo filosófico con tonterías. Porque ni sé de religión, como bien demostré hace poco, ni encuentro respuestas en ella, pero con el deporte en general y el fútbol en particular… es otra historia.

Este último Mundial plantó una semilla en casa. Una semilla que plantada en el césped de un estadio podía germinar en un árbol enorme o secarse y morir. Así que en este último Celta – Villarreal, había más que tres puntos en juego. Fue otro Celta – Villarreal, uno de los partidos más emocionante en todos los sentidos que he tenido la suerte de presenciar en directo, el de las lágrimas de Aspas, (137,22. La resurrección de los muertos), así que me daba buenas vibraciones.

Pero yo no pude ir. Una entrada, mi carnet, y yo a unos cinco mil kilómetros. Menos mal que algunos tenemos la suerte de tener alrededor personas que dan todo a cambio de nada.

Así que el viernes allá fueron, dos de mis personas favoritas. Las dos, después de haber pasado, ¿Cómo lo digo suavemente? Una semana mala de cojones.

El partido no empezó bien. Es difícil, cuando tienes un portero que, el día que se vaya, se Marche-sin haber sido decisivo en ni un solo partido. Tocaba remar contracorriente, una vez más.

La segunda parte fue mejor. El Celta atacó más, tuvo oportunidades, fue entretenida. Y hasta marcó un gol. El bueno de Larsen, lo que me alegró aún más de la cuenta.

Soy del Celta porque nací en Vigo, no hay que darle muchas más vueltas. Pero con el paso del tiempo, cada vez me fue más fácil identificarme con este equipo y sus jugadores, que no con equipos grandes que ganaban hasta casi sin querer.

Jugadores como Larsen. Jugadores que se rompen los cuernos contra los defensas los noventa minutos, partido tras partido. Jugadores que trabajan para el equipo, que aguantan bien el balón, que asisten a los compañeros. Que mejoran cada jugada que pasa por sus pies. Delanteros que hacen todo bien, pero no marcan. Personas que hacen todo bien, y no tienen recompensa. ¿Quién no ha sentido alguna vez la frustración de Larsen?

No creo que la gente en el estadio pensase mucho en esto. Cosas mías. Pero sí sé, porque ya he estado ahí muchas veces, que durante noventa minutos la gente allí se olvidó un rato de sus problemas y que con el grito de gol, empujaron las divisiones de dos cifras, las mierdas del trabajo o le que le pese a cada uno un poco más lejos. Igual esa es la magia que hay en esto.

Larsen marcará uno o cien goles esta temporada, pero nadie le podrá reprochar que se haya ahorrado un gramo de esfuerzo. Normalmente, cuando haces todo bien, los resultados llegan. Cuando estos no se alcanzan, siempre queda la calma y la satisfacción de haberte vaciado. El reposo del guerrero.

La semana de esas dos de mis personas favoritas que fueron al estadio el viernes fue un poco como la primera vuelta del delantero noruego. Ellas, que mejoran a todos los que tienen alrededor incluyéndome a mí marcarán gol o no.

Pero esas personas, siempre en mi equipo.

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