martes, 21 de febrero de 2023

El turista accidental (y III)

 

Mi colega del Galatasaray me estaba llevando en dirección contraria, pero pensé que igual había otra salida por otro lado. Hasta que giró a la izquierda, y aparcó en una terminal de ferry. Freno de mano, fin del viaje. ¿Y ahora? Le dije. Ferry, contestó.

De repente los mensajes del anterior segurata cobraron un nuevo sentido. Me llevaron a otra garita y me dijeron que esperase que en un rato ya me iba. Entonces fui yo el que algo alterado les dije a todos que no iba a coger ningún ferry, que si me dejaban salir de allí podía ir yo andando al astillero, que estaba a unos pocos kilómetros. Misma respuesta: “No walking here”.

Pues hasta ahí habíamos llegado. No dispuesto a embarcarme a ningún lado, decidí jugar la carta final. Comodín de la llamada. ¿A quién llamas si tienes problemas en Turquía? Pues al marinero turco que tenemos a bordo.

Responde rápido, cojonudo porque estaba de guardia. Le explico la situación y le paso a el teléfono a uno de los seguratas que están a mi alrededor, que en ese momento ya son 6 o 7. Conversación acalorada, aspavientos del guardia y un par de minutos más tarde me pasa el teléfono.

El marinero, que Alá lo tenga en su gloria, me cuenta que nadie se explica como he podido llegar allí, que es imposible, que estoy en el Área 4, sea lo que sea eso, pero que van a hacer un par de comprobaciones y que luego me llevarán en coche a la entrada de la Zona Franca. Le doy las gracias y cuelgo. Ahora me ofrecen sentarme. Todo tamán. Empiezan a llamarme capitán y el ambiente se ha relajado bastante. Bendito Hasan.

Empiezan las comprobaciones telefónicas. Supongo que están llamando a la Interpol a ver si tengo ficha ahí o algo. Repiten mi nombre y nacionalidad unas diez veces. Y mientras, más tranquilo pienso.

Pienso que estaré en el Área 4, pero le quedan 47 puntos para llegar al Área 51, así que no se ha que ha venido tanto revuelo. Todo mi parecido con un ninja es la sudadera negra que llevo. Tampoco soy James Bond. A lo mejor resulta que Tom Cruise  estaba haciendo gilipichis colgándose de una cuerda para entrar en un sitio en Misión imposible y lo único que tenía que hacer era caminar comiendo pipas y viendo unos patos para pasar desapercibido del todo. Ya se buscaría la vida para salir.

Al final, vino un guardia más, (Porque vigilar allí no vigila nadie pero para ser domingo había un porrón de guardias) y me llevó hasta la entrada de la Zona Franca como prometieron.

Llegué al barco bastante cansado, la verdad.

Para el próximo fin de semana tengo una cosa clara.

No walking here.

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