viernes, 10 de febrero de 2012

La vuelta al cole


Volver a empezaaaaar otra vez, volver a encontraaaaaar los viejos amigos, volver a estrenaaaaaaaar zapatos y libros, etc, etc… Tocaba madrugar como hacía meses que no madrugaba. La realidad de la vuelta al trabajo pega aun más duro a las cinco y media de la mañana.

El frío quiso despedirse de mí a lo grande. Un grado y medio de temperatura y un viento helado que hacía que la sensación térmica fuese de tócate los huevos si te los encuentras. Entré en el avión más cómodo que yo recuerde haber estado y no esperé ni a despegar para quedarme dormido.

Llegamos a Madrid poco más tarde que el sol. Un desayuno rápido, un poco de lectura y de nuevo dentro de un avión. Ahora el viaje iba a ser más largo. Más tiempo para dormir.

Me despertaron para servirme la comida. Contuve el aliento mientras abría el recipiente del plato principal. Dios, si me quieres, que no sea masa de huevos. Se ve que Dios no me quiere, pero tampoco me odia. En vez de masa de huevos era ladrillo de macarrones.

Llegamos a Atenas sin problemas. Sólo unas pocas horas me salvaron de una huelga general de esas que abundan en Grecia. Si me llego a quedar estancado allí 48 horas me pego un tiro. Pero el vuelo salió relativamente puntual y después de un aterrizaje algo movidito llegué a Chipre.

Allí me esperaba el segundo oficial para llevarme al barco (extraña sensación de Dejavu). En el trayecto me puso al día de las novedades. Buenas noticias en general. Sólo cuando nos paramos delante de la barrera del puerto me di cuenta de dónde estaba.

Puerto Desolación sólo ha cambiado en que ahora tiene charcos como lagos dónde antes sólo había tierra y polvo. Saludé a un par de compañeros y entré en mi camarote. El lunes Rock and Roll.

Here I am again.

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