martes, 14 de febrero de 2012

Shit happens


Esta expresión, que como todo el mundo sabe inventó el bueno de Forrest Gump mientras corría, viene al pelo para describir el día de ayer de un compañero. Hay quien cree que es el destino, la suerte o el karma. He visto llamarlo simplemente ka. Yo creo que, a veces, las cosas malas (o la mierda) simplemente ocurren.

El plan era haber salido ayer por la mañana para el astillero, pero debido al fuerte viento se decidió posponer esta operación hasta el día siguiente. Si hubiésemos seguido el plan, el marinero en cuestión no hubiese ido a hacer kite surf por la tarde como finalmente hizo. ¿Destino? Puede ser.

Pues estaba practicando dicho deporte cuando saltó algo más de lo que su experiencia recomendaba y cayó de mala manera, haciéndose bastante daño en la pierna. Tanto, que tuvieron que sacarlo del agua entre dos colegas. Estos lo arrastraron hasta una tumbona de la playa y fue en ese momento cuando se dio cuenta de que su pierna estaba rota. Era día 13. ¿Mala suerte? Quizás.

Lo gracioso de la situación es que justo la noche anterior nos estuvo contando como un kite surfero que él conocía se había estrellado contra la arena hace una semana y nos comentaba que eso es lo que les pasaba a los novatos que se metían a navegar con demasiado viento. ¿Ironía? Yo diría que sí.

Total, que ha nuestro compañero lo trasladaron en ambulancia al hospital. Llegué justo cuando el doctor estaba hablando con él y enseñándole las radiografías. No he visto muchas radiografías en mi vida y hasta ese momento las que más me habían impresionado era la de mi muñeca izquierda con su tornillo de dos centímetros y la de mi espalda con su forma de interrogante. Por eso cuando vi aquello que parecía la costa croata con todas sus islas y el médico dijo que era un fémur se me escapó un “joder” con la boca como una “o” pequeña.

Fractura de fémur en nada más y nada menos que diez trozos. No me extraña que nuestro chico se acojonara un poco y preguntara si podría volver a andar. El doctor le dijo que no se preocupara por eso, que era joven y que claro que volvería a andar, pero que le iba a costar tiempo y una dolorosa recuperación.

Cuando lo subieron a planta después de haberlo drogado y preguntarle si necesitaba algo me despedí de él. Iba a coger el ascensor cuando me di cuenta de que no me había fijado en el número de habitación en la que estaba. La Diosa Fortuna tiene muy mala leche.

13.

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