miércoles, 15 de junio de 2011

Mi camarote

Ya he empezado a describir a alguna de la gente con la que trabajo pero aún apenas he descrito el lugar en donde vivo. Así que hoy os contaré cómo es el mi habitación dentro de esta gran casa.

En general me gusta mi camarote. No tengo que compartirlo con nadie lo que no es una cosa muy común en los yates y es bastante espacioso. De hecho me sobra espacio por todos los lados sobre todo para guardar ropa. Acostumbrado a vivir en los 26 metros cuadrados de casa donde todo está encajado con precisión tétrica (de Tetris, no porque la precisión sea: “triste, demasiadamente seria, grave y melancólica”.) me da una sensación de extraño vacío.

Tengo una cama mágica con los mismos poderes que La Sala Del Espíritu  y el Tiempo, dónde parece que los minutos duran horas, algo muy conveniente para echarse micro-siestas después de comer. Una cualidad muy rara entre las camas.

Justo en frente tengo un espacio para un tele de 15 pulgadas con VHS incorporado que debió causar furor en los 80. También tengo un reproductor de DVD pero, al igual que la tele, lo he movido para hacer un hueco estratégico para poder colocar el ordenador.

Luego está el escritorio, pintado de un verde enfermedad nada atractivo y con una banqueta de madera tan dura que crea hemorroides sólo con mirar para ella. Suerte que las distancias son cortas, y puedo sentarme en la cama y llegar aun así al escritorio.

Y el baño, que creo que es lo peor. Se accede por la ducha y tienes que hacer números para cerrar la mampara y la puerta. Aparte de que está situado encima de la planta de tratamiento de aguas de la sala de máquinas y una vez al día sube por el sumidero de la ducha un olor que hace que todo el camarote huela como un cocedero de marisco en los mejores días, y una fábrica de amoniaco en los malos. Y el retrete, que funciona, como en casi todos los barcos, con un sistema de vacío que hace que cuando tiras de la cadena parezca que todo lo que te rodea y tú mismo vaya a ser absorbido como por un agujero negro.

Si más de un compañero y yo tirásemos de la cisterna a la vez estoy seguro de que crearíamos un nuevo Big Bang de resultados catastróficos.

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