sábado, 6 de agosto de 2011

De Mónaco a Tolón Tolón


Ya he dicho que me cae bien nuestro armador. Es simpático, educado y nunca le he escuchado decir una mala palabra de nadie. Lo que pasa es que tiene una personalidad bastante excéntrica. A mí me recuerda a esos artistas que se mueven al filo de lo que se considera la cordura.

Habla solo bastante a menudo y se toca su enorme barriga como cuando un personaje de televisión se ha fumado algo. Y le gusta ir a sitios a los que no ha ido nunca no por ver cosas nuevas si no sólo por el hecho de decir que ha estado allí.

El año pasado se le antojó Albania e hizo ir al barco desde Corfú en Grecia hasta allí sólo para estar 45 minutos. Este año se le antojó Barcelona. Así que estábamos en Saint Tropez, volvimos a Mónaco  y allí se le ocurrió que volveríamos a ir en dirección a Saint Tropez pero un poco más lejos, hasta Tolón (Toulon para el resto del mundo pero los españoles les llamamos a los sitios como nos sale del cencerro) y desde allí alquilaría un coche para ir a Barcelona. Toma plan. Y todo este complejo viaje se le ocurre a un tío cuyo hermano es dueño de una compañía aérea.

En el viaje, de unas ocho horas que hubiesen sido tres si lo hubiese pensado cuando estábamos en Saint Tropez, la tripulación me preparó un “belated” cumpleaños con una tarta de fresas y nata extrañamente parecida a las que solía hacerme mi madre preferida. Agradable sorpresa y tarta cojonuda.

Después de pasar las islas de Hyeres y la preciosa bahía del mismo nombre (Para mi gusto cualquier islita de estas le pega cien patadas a toda la maldita Riviera francesa) llegamos finalmente a Tolón y atracamos en un muelle comercial rodeados de camiones y remolques. ¿Y qué fue lo primero que dijeron la mujer del armador y su queridisísima suegra nada más llegar? Pues que este sitio era una mierda y que deberíamos volver a Saint Tropez.

Sólo el Golfo de Lyon me separa de España, pero creo que esto es lo más al Oeste que vamos a ir esta temporada.

La veo tan lejos…

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