sábado, 24 de enero de 2015

Aventuras en la nieve (I)



El plan: Salir temprano en bici hasta la estación de Oss. Allí coger un tren hasta Nijmegen y caminar los tres kilómetros hasta el piso que estamos pensando en alquilar. El objetivo: Llegar a las once, hora a la que había quedado con la propietaria.

Primer problema. Me levanto y está nevando fuerte. Pienso en anular la cita, pero mientras me ducho y desayuno ya ha parado. Por si acaso, me pongo camiseta y pantalones térmicos. Son ceñiditos y todo negros. Me miro al espejo y me siento como a medio camino entre Ned Flanders en la nieve (“Es como si no llevara naadaaa”) o un X-Men bajo de forma.

No me gusta la nieve y no me encanta andar en bici, pero tiene su encanto cruzar el camino del bosque siendo el primero en dejar huellas en la nieve recién caída. El encanto se esfuma a los dos minutos, que es lo que tardo en tomar una curva un poco cerrada. La bici derrapa y provoco una colisión múltiple entre el sillín, mi pierna derecha y el huevo del mismo lado con desagradables consecuencias. Por el camino me quedo con las ganas de preguntarle a un vecino que tal funcionan sus placas solares con cinco centímetros de nieve encima.

Segundo problema. Resulta que Nijmegen tiene tres estaciones y yo cojo el tren que no para en la que me conviene. Tengo que bajarme en la estación central y coger otro que me lleve en dirección contraria. Ya voy a llegar tarde.

Tercer problema. Entre las prisas y el cambio de trenes, bajo a la estación algo desorientado. Le pregunto a una pareja por la dirección a la que tengo que ir. Dudan, pero después de mirar el móvil me indican una calle ancha. Compruebo que en mis notas para llegar al sitio también figura dicha calle. Pero cuando llevo quince minutos andando mi sentido arácnido se activa. No me extraña, al fin y al cabo llevo el traje del Spiderman negro de ropa interior. El caso es que estoy a punto de cruzar un río que no me suena. Al final decido activar internet en el móvil para ver dónde narices estoy.

Resulta que la parejita me indicó la calle correcta, pero en dirección contraria. Increíble que aún no sepa ningún insulto en holandés llevando aquí tres semanas, pero me cago en ellos en todos los demás idiomas que sé.

Continuará…

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