jueves, 22 de enero de 2015

Dusseldorf Boat show



Vente a Alemania Pepe. Y allí fuimos. El miércoles de mañana, tempranito. El plan era reunirnos en el salón náutico de Dusseldorf con cierta gente, hablar con el representante del armador de algunos temas y estudiar el mercado de los distintos “juguetes” acuáticos. No muy interesante, pero al menos una manera de romper nuestra rutina semanal.

Está claro que los jefes de máquinas suelen cuidar mucho sus coches. A veces incluso se pasan un poco y los tratan como a los barcos en los que trabajan y hasta conducen a la velocidad de crucero en la cual consumo y velocidad se optimizan. Esto sumado a que en Holanda las multas por exceso de velocidad son terribles hizo que mi compañero condujera todo el camino a 80-90 Km. por hora. Y eso que íbamos por autovía. Y eso que en Alemania no hay límite de velocidad. En fin.

El caso es que llegamos al sitio sin problemas. Tuvimos que aparcar donde Cristo perdió la alpargata, pero por suerte había lanzaderas que te llevaban hasta la entrada. Y menos mal, porque el recinto era tranquilamente como diez Ifevis de grande. Nada menos que 17 pabellones.

Después de las reuniones, fuimos a echar un vistazo para ver que nos ofrecía el salón. Un sinfín de barcos, artículos para barcos y servicios para barcos. Todo excesivamente caro para el bolsillo normal. Es lo que tiene el “para barcos”. Ya no te digo si las cosas son “para yates” o (aún peor) “para superyates”.

Entre medias, paramos a comer en un autoservicio dentro de uno de los pabellones. Una ensalada grandota pero sin nada especial y un toro de salmón con patatas. 37 eurazos. Menos mal que pagaba el barco. Eso, más nuestras entradas para el salón, la gasolina y el parking, hacen que dude muchísimo de la rentabilidad de nuestra asistencia al evento.

Claro que, quien puede permitirse pagar unos 50 kilos por un barco que usará un par de meses por año, bien puede pagarnos una comida ridículamente cara.



A las cuatro estábamos de vuelta.

El camino de regreso fue igual de lento.

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