viernes, 25 de noviembre de 2016

Cruzando el Atlántico. Día 11



A uno de los pájaros que vimos ayer le gustamos tanto que se ha quedado con nosotros. Y claro como el barco es blanco y hay agua por todos los lados, es entendible que nos confundiese con un wáter gigante.

Por la mañana tuvimos que cambiar una de las luces de navegación de popa, lo cual vino bien para romper un poco la rutina. La verdad es que ni averías pequeñas hemos tenido. Lo cual se agradece. Mejor aburrido que estresado.

Cuando por la tarde llegué al puente para empezar mi guardia resulta que más de la mitad de la tripulación estaba allí. El capitán estaba jugando con el segundo oficial al ajedrez y parece que eso despertó la atención de todos. Menos mal que se fueron todos pronto. Me gustan las guardias tranquilas y el puente vacío.

Todo el mundo está empezando a hacer planes para cuando lleguemos. Seguramente mañana iremos todos de cena. Aunque no me parece mala idea, tengo ciertas ganas de perder a todos de vista. Pero habrá tiempo para todo.

Cuando nos fuimos a dormir quedaban solamente 200 millas para llegar a nuestro destino.

Mañana al medio día habremos llegado.

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