Domingo, día
del Señor. Por fin un cielo estrellado. Bueno al menos la parte del cielo libre
de nubes. Y por fin tuve la oportunidad de ver las primeras estrellas fugaces.
No creo mucho en lo de pedir deseos. Ni a las estrellas, ni a Dios ni a nada,
pero la última vez que lo hice pedí dos cosas y las dos se cumplieron. Quizás
porque en el refrán: “A Dios (o a las estrellas) rogando, pero con el mazo
dando” me quedo más con la segunda parte.
Después de
que amaneciese tuvimos un arcoíris doble bastante bonito entre las nubes. Y encontramos
los primeros peces voladores muertos en cubierta. Una guardia de lo más
animada.
Por el día
más de lo mismo. Lectura y ver pasar títulos de películas. Por cierto al libro
le queda poco y cada vez está más interesante, por suerte, parece ser que hay
cuatro más. Espero conseguirlos al llegar a casa. O cuando nuestra conexión a
internet sea algo mejor.
Durante las
horas de la tarde por fin pasamos el medio y medio del Atlántico. Y vimos un
pájaro. Anda que no le queda nada hasta llegar a tierra. El marinero de guardia
comentó, muy inteligentemente, que estábamos en el mejor sitio del mundo para
sobrevivir una epidemia zombi. Cada vez me cae mejor este chico.
Cuando
terminamos la guardia y volvimos a la zona de tripulación todos los que estaban
allí nos miraban de forma rara. Nos quedamos unos segundos con cara de tontos
preguntando qué pasaba, hasta que escuchamos en la tele “E.T. phone home”.
Parece ser que sólo se ponen de acuerdo en ver una peli por joder.
Serán
idiotas.
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